Hay un viejo chiste que dice “¿qué hace un pato cuando se ahoga? Nada”. Es exactamente lo que viene haciendo la actual administración. Nada.
Cuando se terminan los fuegos de artificio, las espejitos de colores, las declaraciones altisonantes, la actitud pendenciera de barra brava de equipo de tercera B, nos encontramos con una enorme y patética ausencia de gestión.
Los grandes logros sólo se ven en el terreno de agravar los problemas que ya teníamos y en la creación de otros totalmente nuevos en otras áreas donde no existían.
Como reflejo de toda esta situación desoladora, hoy leo en La Nación en qué quedó todo el circo de las inversiones chinas. ¿Se acuerdan de las inversiones chinas? Por supuesto, quedaron en la más absoluta nada.
Insisto, en algún momento vamos a tener que volver al mundo y retomar a la ardua tarea de lidiar con la realidad, sin fantasías, sin delirios, sin disparates, sin realismo mágico.
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