Tal vez una de las más patéticas muestras de la enorme mediocridad y deficiencias básicas de la actual “administración” sean las loas que recibe el actual ministro de economía Lasaña por parte de analistas y expertos.
Se trata de un oscuro funcionario de tercera línea, de una precariedad intelectual que estremece, que en otras épocas, no hace mucho, con mucha suerte y contactos políticos hubiera ocupado una secretaria en alguna municipalidad o club de bochas del interior.
Un señor que se dedicaba fervorosamente a implementar precios máximos en la década gloriosa de los 80 y que todavía cree que hay devaluaciones exitosas, aun en Argentina, es por lo menos poco indicado para manejar la economía del país.
Sin embargo, en comparación con el resto del elenco de gobierno, parece que resulta un dechado de racionalidad. Estamos en serios problemas.
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