Juan Carlos de Pablo solía decir que la gente no se equivocaba cuando votaba en las elecciones a presidente, siempre tomando en cuenta las opciones disponibles.
No se si habrá cambiado de opinión últimamente, pero hacia el siguiente análisis. Entre Lúder y Alfonsín, votaron a Alfonsín; entre Angeloz y Menem, votaron a Menem; entre Bordón y Menem, votaron a Menem; entre Duhalde y De la Rúa, votaron a De la Rúa. Hasta podríamos argumentar que en las últimas elecciones ganó Menem, y que hizo falta una manipulación brutal del proceso electoral para forzar el resultado que sufrimos.
No pueden gustar más o menos los candidatos que ganaron las elecciones en cada oportunidad, pero creo que quedó demostrado que representaban la opción menos mala de las dos disponibles en cada caso.
No se si realmente es así, pero es interesante analizar la posibilidad de que la gente común, odio la palabra “pueblo”, esté mucho más adelantada que la clase dirigente. Me gustaría pensar que es posible que en las elecciones legislativas de este año tengamos una muy agradable sorpresa electoral y que Kirchner y su gobierno queden colgados del pincel.
Sigo insistiendo que uno de nuestros mayores logros como sociedad debería ser construir un sistema político lo suficientemente maduro como para que resulte indiferente que gane un candidato u otro. Las elecciones deberían convertirse en una rutina más de la vida democrática y perder el tremendo dramatismo que todavía tienen entre nosotros.
Lo peor que nos pueden pasar es perpetuar el sistema actual, donde nos jugamos el modelo y las reglas del juego en cada elección y donde nuestro bienestar y estilo de vida, nuestro éxito o fracaso, nuestro futuro y el de nuestros hijos dependen de la elección de tal o cual candidato.
El pueblo parece saber elegir por el que haga el menor daño (Rabollini dixit).
ReplyDeleteLo que le falta es postularse.