Jul 19, 2005
Fronteras que definen atraso
Fronteras que definen atraso
Por Enrique Blasco Garma
columnista de Ámbito Financiero
Los políticos de todo el mundo creen trabajar para el bienestar de su pueblo. Sin embargo, como explico en el libro «La riqueza de los países y su gente», los resultados que se consiguen son harto asimétricos. La inmensa mayoría de la humanidad vive la pobreza, no obstante que las tecnologías productivas son conocidas y de las iguales capacidades individuales de los hombres en general.
El 10% de los seres humanos, residentes en los países más ricos, genera 60% del ingreso mundial, 37.600 dólares por cabeza. Mientras 83% de la población planetaria, la de las naciones más rezagadas, percibe 10% del ingreso mundial, 1.370 dólares anuales por persona. Un trabajo que realicé para el libro mencionado da una pista.
Abismos de abundancia en la frontera de EE.UU. con México
El cuadro detalla los ingresos por habitante en los Estados que bordean los límites políticos entre EE.UU. y México. Al norte de esa frontera, la gente gana 4,5 veces más. No obstante los prologados lazos económicos y que, hasta 1850, esos territorios lindantes integraban el mismo país. Esta observación no menoscaba la capacidad de los mexicanos. Por el contrario, amplios contingentes de mexicanos viven y trabajan en el lado norte de la frontera colaborando con la alta productividad estadounidense. Es el orden norteamericano el que hace la diferencia. Que, separados por un límite político, desde hace apenas un siglo y medio, y sin diferencias de suelo o clima, los del norte sean tanto más ricos que los del sur exige una explicación.
• Ejemplos
Estas brechas de ingresos entre jurisdicciones colindantes constituyen sólo una muestra de lo que acontece en todo el planeta. Otros ejemplos elocuentes son los senderos bifurcados de las dos Alemanias. Un mismo pueblo, quebrado en dos por un régimen político contrario a los derechos personales, al término de la Segunda Guerra Mundial. Partiendo de un mismo nivel de ingreso, de un lado la gente prosperaba y del otro retrocedía. Tuvieron que construir un muro concreto para evitar que escaparan del acoso de sus dirigentes.
Las dos Coreas, Hong Kong y Taiwán frente a China. España moderna frente a Iberoamérica feudalizada. Europa occidental frente a la oriental esquilmada por sus responsables políticos. El Primer Mundo respetuoso de su gente frente al desprecio y opresión que los Estados rezagados imponen a sus pueblos.
Obviamente, cruzando las fronteras nacionales la principal diferencia está en el régimen político, en la calidad, respeto y aplicación de las leyes, en la estructura institucional. No obstante, los legisladores de las naciones rezagadas se empeñan en apoyarse sólo en buenas intenciones para sancionar leyes beneficiosas. Pero, al igual que en toda disciplina, las buenas intenciones no bastan.
• Producto
La ley de gravedad, o las de la termodinámica, sirven porque son el producto del mejor conocimiento. De igual manera, las leyes que dictan los parlamentos deberían estar sustentadas en el mejor conocimiento de las ciencias sociales, la economía y el derecho.
Porque ello no es así, la mayor parte de la humanidad vive en la indigencia. Mirando sin comprender por qué otros semejantes disfrutan de oportunidades mucho mejores. No logran entender que, en un ambiente de confianza, de seguridad, la capacidad de las personas comunes de concertar emprendimientos con otros se multiplica tantas veces como registran las estadísticas de ingresos citadas.
Gente con igual destreza física consigue resultados diametralmente diferentes cuando puede confiar en las promesas de sus asociados, para concretar trabajos, y en la acción del Estado para evitar que se infrinjan sus derechos.
• Aplicación
Finalmente, la riqueza de la gente consiste en aplicar los conocimientos que dan fuerza a sus derechos individuales, las posibilidades de coordinar las actividades preferidas sin estorbos indebidos o innecesarios.
Una ley expresa un saber. Imponiendo caprichosamente reglas y modos de conducta que no dieron resultado se retrocede sin remedio.
El camino es estandarizar las normas de las naciones exitosas y aplicarlas en las rezagadas. Blandir la bandera de la soberanía nacional para justificar determinaciones erróneas o peores no facilita el progreso. Cuando estamos enfermos o nuestra vida peligra buscamos la mejor medicina, sin importarnos si es extranjera. Cuando compramos cualquier aparato, procuramos el mejor y no rechazamos al foráneo porque sí. En cambio, la voz de los predicadores contra lo importado es fuerte cuando tratan de vender sus productos de fabricación local. No miremos las cifras de los Estados mexicanos con aire de superioridad. Como consecuencia de «ajustes» de política económica, el ingreso per cápita argentino pasó de 7.170 dólares en 2001, un año de gran crisis, caída del PBI y huida del presidente, a 2.675 en 2002. Todavía nuestro ingreso permanece muy por debajo del de México. Si a alguien le quedan dudas del impacto de políticas equivocadas basta con indagar la licuación de los patrimonios de 2002. Sin embargo, seguimos confundidos y nadie señala claramente a los responsables de la mayor caída del ingreso, en épocas de paz, de la historia. Si persistimos en la mala praxis y no corregimos el rumbo, dentro de unos años tendremos un ejemplo más próximo y concreto, mirando nuestra frontera oeste, de norte a sur. Del lado próspero estará Chile.
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