Seguimos tratando de explicar lo que no debería hacer falta explicar a esta altura del partido. Muy interesante artículo de Alejandro Gómez de la UCEMA sobre el capitalismo y pobreza. Creo que vale la pena:
Asistimos en los últimos tiempos a un ataque sistemático desde distintos sectores de la sociedad al capitalismo y sus consecuencias. Si bien este no es un fenómeno exclusivo de la Argentina, me interesa resaltar algunas de las falacias más importantes que encierran dichos ataques y las consecuencias que acarrean los mismos sobre la sociedad en su conjunto y especialmente los sectores de más bajos recursos.
Básicamente el argumento en contra del “capitalismo salvaje” es que el mismo genera desigualdad y pobreza. Este sistema está destinado a profundizar la miseria de los más débiles, ya que éstos se ven excluidos en el reparto de la riqueza. Por tal motivo, la “solución” para tal iniquidad sería menos capitalismo y más intervensionismo estatal en la economía. En consecuencia, las políticas neoliberales, aliadas naturales del capitalismo, deben ser desterradas.
Este discurso progresista se ha instaurado en la sociedad Argentina como única respuesta al atraso económico e institucional en el que nos hemos sumergido en los últimos años. Aún el propio término “progresista” despierta cierta suspicacia ya que el progreso que estaría invocando dicho discurso sería algo así como “progresar hacia el atraso”.
La falacia esencial que encierra todo este discurso es la de pensar que la riqueza está dada en la naturaleza y que la sociedad lo único que debe hacer es distribuirla entre todos en partes más o menos iguales. Pero en realidad, lo que tenemos al nacer es una cantidad ilimitada de necesidades y escasos bienes para satisfacerlas. El estado natural del hombre, así, es la pobreza y no la riqueza.
En “estado salvaje” el hombre es pobre. Esta es la lucha que tuvieron que enfrentar los seres humanos desde el mismo momento que aparecieron en el planeta. La única manera de satisfacer las necesidades fue por medio del trabajo y el producto que del mismo surge. El hombre sólo puede demandar en la misma cantidad en que produce. En consecuencia lo que hace que una persona pueda satisfacer más o menos necesidades es su trabajo, y cuanto más productivo sea el mismo más podrá demandar.
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