Una de los recursos más usados por mucha gente, muchas veces por ignorancia y otras a sabiendas, incluyendo a los numerosos apologistas del actual “modelo” de la felicidad, es la de meter a todos en la misma bolsa. Es muy común escuchar a políticos, analistas y al publico decir que todos los gobiernos anteriores fueron lo mismo o que desde la vuelta a la democracia todos fracasaron. Pareciera que no hay diferencias entre la gestión de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Rodríguez Saa, Duhalde y Kirchner.
Más allá de lo falso de esta afirmación, corremos el riesgo de no aprender de nuestros errores. Si no somos capaces de diferenciar entre lo que funciona y lo que no funciona, o, en el caso argentino, entre lo que funciona mejor y lo que directamente no funciona, corremos el riesgo de repetir una y otra vez los mismos errores.
Hoy leo en Notiar una de las más claras y, a mi juicio, más acertadas descripciones del proceso que vivimos desde el golpe a De la Rúa. Aunque parezca mentira, el autor es un senador por la UCR. ¿Será un símbolo de los tiempos que vivimos? Cómo habremos caído de bajo en el ámbito de la racionalidad en el país que la mayor cuota de sentido común aparentemente viene de ciertos sectores del radicalismo:
Ello pudo hacerse con un diseño de acumulación política asentado en la canalización de la frustración hacia el renacimiento de viejos odios aún no extinguidos cuya superación había sido tarea persistente de los sucesivos gobiernos democráticos durante dos décadas; un mensaje nacionalista-autoritario cercano al viejo peronismo tradicional; un cambio amañado de la Corte Suprema de Justicia –posibilitado por el extremo desprestigio de la anterior- que legitimaría las aberraciones jurídicas del nuevo escenario político; la demonización de los gobiernos anteriores de Menem y de la Rúa (uno de los cuales, el de Carlos Menem, había sido sostenido por el propio nuevo presidente durante su gestión como Gobernador de Santa Cruz); la manipulación escandalosa de las normas electorales (que continúa) según la conveniencia de la alianza golpista; el estricto control de la opinión pública a través de un manejo corrupto de la relación con el periodismo agravado por la persecución implacable de cualquier voz opositora; la imposición de una mediocridad obscena en el debate político y periodístico y el desmantelamiento y fragmentación de la oposición producido luego de la participación del los importantes dirigentes del radicalismo bonaerense en la ofensiva golpista contra el gobierno de la Alianza.
"la imposición de una mediocridad obscena en el debate político y periodístico"
ReplyDeleteSera que es impuesto, o que realmente no les da el cuero para tener un poco de vuelo?
A veces me parece que por verguenza, pena o incredulidad se encuentran intenciones en lo que son limitaciones.