Les pido que no se pierdan esta descripción de los eventos a partir del golpe de diciembre de 2001 en Atlas, muy claro y creo que no tiene desperdicio. Lo transcribo para mayor énfasis:
Inflación: Control de Precios y Crimen Organizado
Meir Zylberberg
Milton Friedmann definió al Estado como la más perfecta organización criminal.
La presente inflación está encuadrada dentro de los perfiles que describe Friedmann. Es el resultado de una acción criminal deliberada, con uso del lenguaje del hampa, y con nombre y apellido de los autores.
Cuando Machinea, hoy miembro de la burocracia dorada internacional, asumió como ministro de economía de De la Rúa en 1999, y aplicó de entrada el “impuestazo”, lo justificó con un “necesito plata”. ¿Qué hubiera dicho un ladrón? Exactamente lo mismo.
Cavallo no salió de la convertibilidad, tampoco devaluó, no defaulteó, ni pesificó. Creó nada más que el clima. Nadie se llamó a engaños. Sin el aval y apoyo de “Chacho” Álvarez, Alfonsín, Ruckauf, Duhalde, nunca Cavallo hubiera accedido al Ministerio de Economía de la Alianza. De esta única forma pudo poner al país al riesgo máximo. Hablar de la canasta de monedas, y convertir en local, a gran parte de la deuda externa fueron medidas suficientes para provocar las conocidas corridas bancarias.
Nada de reducir el presupuesto, tanto de recursos como de gastos para hacer sustentable la convertibilidad, como había proyectado López Murphy.
Procedió al mejor estilo de los asaltantes, quienes pistola en mano “hacen caja”. “Hacer caja” fue el fundamento textual del impuesto al cheque, la bancarización compulsiva y el “corralito”.
¿Con la experiencia de 50 años de inflación en la Argentina podía haber habido un político, en su sano juicio, que ignorara que la salida de la convertibilidad conduciría irremediablemente a la inflación?
Sin embargo, el vice de De la Rúa, Carlos “Chacho” Alvarez se lamentaba que la convertibilidad “le ataba las manos”.
Duhalde perdió las elecciones porque quería salir del modelo. De la Rúa y su Alianza triunfaron porque “en mi gobierno”, “un dólar es un peso”. Con esa fórmula resultó invencible. Así como Alfonsín, en su momento, ganó sólo con recitar el Preámbulo de la Constitución de 1853. Con eso fue invencible.
No hay nada más parecido que la conjura entre Duhalde, Alfonsín, Ruckauf, Moyano, Intendentes del conurbano, De Mendiguren—presidente de la Unión Industrial—, para terminar con De la Rúa y su gobierno, a una asociación delictiva para el saqueo colectivo, en gran escala.
La salida de la convertibilidad, el default, la devaluación, la pesificación asimétrica, fueron acciones delincuenciales deliberadas.
Cuando “la” Cristina de Kirchner califica de “padrino” a Duhalde, no niega que ella y su esposo, pertenecen a la misma organización.
Al contrario, están contribuyendo con su denodado esfuerzo, al despojo de las dos terceras partes de lo que cobraban y tenían en tiempos de la convertibilidad, asalariados y jubilados.
Dólar alto, equivale a “5,5 millones de personas que pasan hambre y 15,6 millones que son pobres.
Padrino y Ahijado emplean al mismo encargado de caja, llamado Ministro de Economía: “el Dr. Lavagna”.
El Ahijado le acercó un “adscripto”, el Sr. De Vido, al que le llaman cariñosamente con el apodo de “cajero”.
El “corralito”, el “corralón”, la salida de la convertibilidad, tuvieron efectos terroríficos similares, a los ataques a las “torres gemelas de Nueva York”, las bombas en Atocha y Londres.
Aun está pendiente el cálculo de muertos, en especial, entre personas de edad avanzada al verse despojada de los ahorros de toda la vida.
Tampoco se sabe el número de víctimas por el auge de la delincuencia común que no tardó mucho en imitar a los políticos. No es extraño que exijan el mismo grado de impunidad que se le otorga a los políticos saqueadores.
Inflación es hoy un eufemismo que encubre la trágica y salvaje lucha entre los distintos sectores sociales.
Personal para-médico en guerra con los enfermos internados en los hospitales, sin distinguir a niños, adultos y ancianos.
Empleados y obreros ferroviarios de subterráneos, o personal aeronáutico que dejan impunemente varados a decenas de miles de pasajeros a mitad de camino o en estaciones o aeropuertos, sin prestar el debido servicio.
Propietarios e inquilinos volvieron a las hostilidades, después más de una década de paz.
La intervención del Estado en materia de “acuerdo de precios” más se parece, hoy, a un “ajuste de cuentas”, entre miembros del hampa, que a las clásicas discusiones sobre “control de precios”.
Lavagna evita el lenguaje carcelario, atribuyendo a los empresarios “doble discurso”, y les recuerda, a modo de “pase de facturas”, “la alianza estratégica en pos de un tipo de cambio que favoreciera la producción nacional”, a los que se quejan, hoy, de los controles de precios.
www.atlas.org.ar
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