Sep 18, 2005

El voluntarismo no suma inversiones

Copio acá la columna completa de Roberto Cachanosky de hoy, porque quiero que la lean, y que quede disponible en el blog. La Nación después las manda a archivo y se pierden los links:

El voluntarismo no suma inversiones

Por Roberto Cachanosky
Para LA NACION

El Gobierno ha comenzado a mostrar preocupación por el escaso impulso que tiene la inversión. El hecho de que el ministro Lavagna como el presidente anuncien que quieren inversiones extranjeras refleja un dato que no es menor. La etapa de reactivación tiende a agotarse y sin mayores inversiones es imposible pasar a la etapa del crecimiento. Esto significa que, sin un fuerte impulso a las inversiones, la tasa de crecimiento de la economía será cada vez menor y la puja por la distribución de un ingreso puede resultar inevitable.

¿Hace bien el Gobierno en preocuparse por el tema inversiones? Obviamente que sí. Algunos datos para tener en cuenta. En el año 2004 las importaciones de bienes de capital sumaron US$ 5331 millones, una cifra que se encuentra lejos de los niveles máximos de los 90 y que incluso se ubica por debajo de los años 1999 y 2000, ambos recesivos. Cabe aclarar que los US$ 5331 millones de importaciones de bienes de capital incluyen una impresionante cantidad de teléfonos celulares, esos que los chicos utilizan para mandar mensajes de texto y divertirse con los jueguitos que traen incorporados. ¿Son tantos los teléfonos celulares? De acuerdo con las estadísticas proporcionadas por el Indec, en diciembre de 2003 había 7,8 millones de teléfonos celulares en servicios. En diciembre de 2004 había trepado a 13,5 millones, un aumento de 5,7 millones. A julio de este año los teléfonos celulares en servicio eran 17,9 millones mientras que la líneas de telefonía básica en servicio eran 7,9 millones. De manera que una parte importante de la inversión corresponde a teléfonos celulares. Otra parte importante viene de la construcción: departamentos de lujo en Puerto Madero, Recoleta, y casas en los countries. No creo que ni los celulares ni los departamentos de lujo sean inversiones que modifiquen la productividad de la economía. De todas maneras, aun computando todos estos rubros, la inversión sigue siendo pobre.

Pocas importaciones

Un dato que no es menor es la importación de bienes de capital que hizo la industria manufacturera. En 2004 importó bienes de capital por US$ 1240 millones, bastante menos que en los años 1999, 2000 y 2001, años de recesión. Pero el dato curioso es que, en 2004, con un tipo de cambio que induce a la sustitución de importaciones, la industria manufacturera importó bienes de capital equivalentes al 45% de lo que importó el sector en 1998. Es decir, con fuerte protección mediante el tipo de cambio la industria importa menos bienes de capital que cuando tenía que competir en la época del 1 a 1.

En realidad estos números no deberían sorprender porque el cambio de precios relativos producido a partir de la devaluación del 2002 induce a tener una estructura productiva mano de obra intensiva en vez de capital intensivo. La actual estructura de precios relativos va en contra de un fuerte proceso de inversiones porque los salarios en dólares son bajos y hacen inviables el repago de las inversiones en bienes de capital. La ecuación es muy sencilla. Si un empresario importa algún bien de capital lo tiene que pagar en dólares. Ahora bien, el ingreso en dólares de la población argentina se desplomó con la devaluación; por lo tanto, los precios de venta al mercado interno no pueden ser altos en dólares porque la gente no tiene la capacidad de demanda para comprarlos. Esto significa que el flujo de ingresos del empresario va a ser insuficiente como para pagar su inversión en un período normal. Sólo las empresas ligadas a la exportación pueden estar en condiciones de encarar proyectos de inversión importando bienes de capital de última tecnología.

Una fuerte contradicción

El primer problema que tiene el Gobierno para revertir esta escasa inversión tiene que ver con la estructura de precios relativos que se estableció a partir del 2002. Ingresos en dólares bajos para la población y erogaciones en dólares para la importaciones de bienes de capital. Insisto, esta estructura de precios relativos lleva a tener escasa inversión y actividades mano de obra intensivas. Así, el Gobierno tiene una fuerte contradicción en sus objetivos. Por un lado sostiene que es impensable un tipo de cambio menor al actual, y por otro lado quiere un fuerte flujo de inversiones con salarios de US$ 250 mensuales.

La conclusión obvia es que, con este esquema, el stock de capital por cada trabajador tiene que ser necesariamente bajo y, en consecuencia, la productividad es reducida. Dicho en castellano básico, esta estructura de precios relativos tiende a generar pocos bienes y servicios por la escasa dotación de capital por trabajador.

El otro escollo que se le presenta al Gobierno para atraer inversiones es si el inversor percibe como permanente la actual estructura de precios relativos. ¿Cuánto tiempo puede sostenerse un dólar artificialmente alto mediante endeudamiento creciente del BCRA y tasa de inflación en aumento que deteriora el tipo de cambio real? Es más: si el Gobierno quiere inversiones -lo que significa ingreso de capitales- quiere decir que en el largo plazo, si ingresan capitales, el tipo de cambio tenderá a bajar, salvo que el BCRA entre en una orgía de endeudamiento para sostener alto el tipo de cambio, algo también insostenible en el largo plazo.

Si el potencial inversor no percibe como permanente la actual estructura de precios relativos (tipo de cambio artificialmente alto), postergará sus decisiones de inversión.

En tercer lugar, un país que apunta a un modelo de sustitución de importaciones no estimula la inversión porque no existe competencia que obligue al empresario a invertir para mejorar su productividad. En particular en el caso argentino, ¿qué volúmenes de inversión importantes pueden esperarse con casi la mitad de la población debajo de la línea de pobreza? ¿Qué masa de demanda interna puede haber como para estimular inversiones importantes sino hay mercado interno de envergadura por población e ingreso que justifiquen esas inversiones?

Finalmente, la seguridad jurídica y la estabilidad en las reglas de juego son claves al momento de decidir una inversión. Un país que tiene la manía de castigar impositivamente a todo aquél que tiene utilidades, con una fuerte debilidad en el derecho de propiedad, con un discurso de fuerte contenido populista que enfrenta a los sectores de la sociedad, un país en el que se privilegian unos votos más a cambio de no solucionar la renegociación de contratos pendientes, no es un país que tenga el clima adecuado para atraer inversores dispuestos a hundir sus capitales. Salvo, claro está, que se les asegure algún tipo de privilegio que les permita obtener rentas extraordinarias que no obtendrían en condiciones de libre competencia.

En síntesis, impulsar las inversiones no pasa por una cuestión de voluntarismo o de discursos. Pasa por crear las condiciones institucionales adecuadas para que el país vuelva a ser considerado un lugar donde vale la pena arriesgar el capital.

El autor es economista

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/739744

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