Muy interesante post en Sine Metu. Desde ya que la democracia en un país normal es (o debería ser) como describe Guillermo.
En cualquier país medianamente normal, los resultados de las elecciones no le cambian la vida a nadie, ni para bien ni para mal. Es necesario quitarles el dramatismo que todavía tienen en Argentina, la sensación de que cada vez que vamos a votar nos jugamos nuestra libertad y patrimonio, nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Para lograrlo, debe dar básicamente lo mismo que gane el candidato A, el candidato B o el candidato C, sin importar de qué partido sea ni su ideología. Puede sonar simplista, pero es lo que pasa en los países más estables.
Votar por el menos malo de los candidatos puede resultar odioso, pero es hasta deseable. Debemos dejar de lado la creencia y la expectativa del personaje iluminado, providencial que nos va a salvar. Como dice Guillermo, no existe ni en Argentina ni en ningún otro país del mundo el candidato ideal, el que va a dejar contentos a todos, el que satisface todas las expectativas.
Los candidatos son un reflejo de la sociedad que los vota. Siempre hay personas que se elevan por encima de las circunstancias que les tocan vivir y sobresalen como estadistas de primer nivel, pero son circunstancias extraordinarias y no podemos pedirle peras al olmo. Si podemos, y debemos, pedir un mínimo de racionalidad y terreno en común en el 100% de las propuestas.
Estoy convencido de que una de las diferencias centrales entre los países que funcionan y los que fracasan, entre los previsibles y los imprevisibles, entre los racionales y los irracionales, no pasa por las grandes cuestiones. La gran diferencia está en las cuestiones elementales, en lo básico, en los acuerdos mínimos sobre los que se construye el país.
Podemos seguir discutiendo sobre qué grado de apertura debe tener nuestra economía, o si debemos privatizar o no las centrales nucleares, pero, por ejemplo, es suicida que amplios sectores de nuestra sociedad crean que el camino sea la destrucción de todos los contratos de la economía y el saqueo legal cada tantos años.
Sigo creyendo que el Gran Rol Gran de la derecha argentina debería ser poner estas 4 o 5 cuestiones centrales en la agenda de discusión electoral y post electoral. Honestamente me daría por muy bien servido si López Murphy se limitara a hablar de estos temas aunque no diga nada más de otras cuestiones. Además, creo que le haría un gran servicio a la Nación. Lamentablemente, me parece que todavía no hemos alcanzado el grado de madurez como sociedad para que nos planteemos estas cosas con seriedad.
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