Los compañeros de lucha vuelven a la Plaza de Mayo. Como decía hace unos días, los muchachos del gobierno no dan puntada sin hilo. Carecen total y absolutamente de convicciones y de principios, bailan al compás de las encuestas. En su momento, les debe haber dado el hartazgo de gran parte de la opinión pública y reaccionan en consecuencia. Sobre todo al acercarse la fecha de las próximas elecciones.
Ahora deben manejar alguna otra encuesta donde “la gente” dice que se deben permitir “protestas sociales” y otra vez el péndulo vuelve a su punto de origen.
Estoy de acuerdo con la descripción que hace el ex intendente Facundo Suárez Lastra. Insisto, sabemos que estamos en muy serios problemas cuando los radicales tienen más sentido común que el gobierno de turno:
Acaso no por responsabilidad republicana ni por respeto a los desasosegados vecinos de Buenos Aires –rehenes de una ciudad sitiada por los piquetes, desquiciada y abandonada–, el gobierno nacional pareció decidirse a aplicar la ley desde el pasado viernes 26. Lo hizo tardíamente y tras una situación que desbordaba cada día, sin haber acudido jamás al gradualismo ni al sentido común que reclamaba a gritos una ciudadanía harta y fastidiada que, vaya casualidad, concurrirá a las urnas en poco menos de dos meses. Ojalá no sea un mero rapto de oportunismo exagerado, con consecuencias por lamentar. O una expresión más de la habitual conducta errática e imprevisible que, a la sazón, resulta el único rasgo coherente de este gobierno.
Esperemos, entonces, que los cero policías convertidos hoy en centenares no deserten nuevamente cuando transcurra octubre, o que la permisividad exasperante del último tiempo no se transforme en represión injustificada. Porque hay más de una razón para la duda y la preocupación. Por las características violentas a las que nos tiene acostumbrados el justicialismo para resolver sus diferencias, y porque el fenómeno piquetero –vía la concepción clientelista para la entrega de los planes sociales– hace tiempo que nada o poco tiene que ver con el legítimo reclamo social por la desocupación y la pobreza. En rigor, se ha convertido en una suerte de fuerza de choque funcional para marcar territorios y dirimir fuerzas en la interna peronista. No es ningún secreto que hay piqueteros opositores, pero que también los hay oficialistas, algunos con patente para tomar comisarías, otros con cargos oficiales o lugares expectantes en las listas de legisladores.
Actualización:
Más de Rubén, que se la veía venir hace rato.
Luis, acabo de poner algo al respecto en
ReplyDeleteBlogBis.
Hace una semana escas que anunciaban el "nuevo rigor".
Me anoto un punto como adivino ;-))