Roberto, un amigo de Ecuador, me manda este artículo del Diario Hoy de ese país:
Creo que este artículo resume bastante bien cuán lamentable es la crisis institucional por la que atraviesa Ecuador, justamente en ocasión del Altar dedicado a Santa Marianita de Jesús (la primera santa ecuatoriana) que acaba de bendecir el Papa en San Pedro.
Realmente un horror. Lamentablemente, todo esto no es patrimonio sólo de Ecuador, me parece que pasa más o menos lo mismo en toda la región.
Asamblea
Por Carlos Jijón
Cuenta la leyenda de la Mariana de Jesús, que la santa quiteña profetizó que el Ecuador no desaparecerá por desastres naturales sino por la acción de los políticos. Lo he recordado esta mañana, cuando la televisión nos mostraba las imágenes del papa Benedicto XVI bendiciendo la nueva escultura de la Mariana en la Plaza de San Pedro, mientras el Ecuador se debate en una nueva crisis después que el presidente Alfredo Palacio decidiera convocar a una Asamblea Constituyente para que elabore una nueva Constitución: la vigésima de nuestra historia republicana. La tercera en los últimos 25 años. La segunda desde que cayó Abdalá Bucaram.
Debemos estar claros, sin embargo, de que no será la última. Porque es tal la novelería de nuestras gentes, que muy pronto aparecerá quien argumente que esta nueva tampoco representa los altos ideales de la nación y que hay que elaborar otra. Así de fácil, porque somos increíblemente irresponsables. Ya nos pareció poco cambiar de presidentes cada dos años, ahora queremos también cambiar de constitución. No solo que elegimos presidente de la República al peor candidato que aparece en la papeleta para luego echarlo cuando llega a la mitad del período, sino que nos empeñamos en elaborar constituciones para, al día siguiente de expedirlas, incumplir lo que dicen sus preceptos. Y después de que las hemos irrespetados las rompemos para dictar otra que tampoco vamos a respetar. ¡Pero si la actual Constitución no tiene sino apenas siete años! Y ni esta ni la anterior permitían echar a los presidentes sin seguir ningún procedimiento. ¡País de locos!
Acabo de escuchar en la televisión al dirigente de los derechos humanos, Alexis Ponce, pedir que el pueblo se pronuncie por disolver al Congreso. ¿Está pidiendo que el presidente Alfredo Palacio asuma todos los poderes? Eso se llama dictadura. ¿O está planteando que los actuales diputados sean remplazados por los futuros asambleístas? Es posible. Pero yo no sé por qué está tan seguro de que los futuros asambleístas van a ser mejores que los actuales diputados. Vamos a echarnos al vacío de la Constituyente con la peregrina teoría de que, dadas las actuales circunstancias, nada de lo que venga puede ser peor. Pues permítanme decirles que sí, que puede ser peor: que en la actual atomización de las fuerzas políticas, lo más probable es que nadie tenga una clara mayoría, y que una Asamblea sin mayoría podrá discutir meses una nueva Constitución sin llegar a un acuerdo.
La Asamblea que deponga al Congreso, puede también sustituir al presidente de la República, y lo que es más grave, puede también retrasar las elecciones. Cuando el país debería concentrarse en elegir bien a un nuevo presidente, y a otorgarle una mayoría en el Congreso para que pueda gobernar cuatro años, estamos haciendo todo lo posible por crear el caos. La nueva Asamblea Constituyente puede ser el caos que termine de liquidar a la República. Habrá que encomendarse a la Mariana de Jesús. Que Dios nos coja confesados.
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