Oct 3, 2005

Derrame

Roberto Cachanosky debe tener la garganta a la miseria de tanto tratar de explicar lo que a esta altura de la turné debería ser más que obvio, sobre todo en un país con el triste prontuario de disparates económicos como Argentina.

En su última columna explica que los salarios bajos son una de las características del modelo de sustitución de importaciones al que volvimos a partir del golpe de 2001, en el medio del jolgorio generalizado. De manera que tenemos dignidad para rato:

En el corto plazo los ingresos de la población no suben, ni van a subir, salvo por los aumentos de salarios decretados por el Gobierno, por la sencilla razón de que este modelo exige de una creciente transferencia de ingresos de los sectores más pobres a unos pocos ganadores. Esa transferencia se da, básicamente, vía el impuesto inflacionario para sostener alto el tipo de cambio que beneficia a unos pocos.

El supuesto de los devaluadores era que al generarse una renta extraordinaria vía un tipo de cambio alto, los que sustituyen importaciones iban a reinvertir sus utilidades y así se crearían más puestos de trabajo y parte de esas utilidades serían compartidas, de modo de aumentar “caritativamente” los sueldos. La realidad es que esos sectores beneficiados por el modelo productivo no sólo se apropian de la renta que les transfiere el Gobierno y no reinvierten, sino que, además, se están haciendo la América vendiendo productos de baja calidad a precios más altos que en competencia. Saben que esta estructura de precios relativos es transitoria e insostenible en el tiempo y, por lo tanto, aprovechan la situación acumulando rentas para cuando se acabe la actual ficción. Por otro lado, ¿para qué invertir si no tengo a nadie a mi lado compitiendo? Es maravilloso volver a las épocas de los mercados cautivos en que el consumidor no tenía opciones y el vendedor se limitaba a tomar pedidos sin necesidad de tener que vender.

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