James Neilson sobre el país después de las elecciones del domingo. En lo personal, no creo que Kirchner cambie, por lo menos para mejor, a partir del lunes.
No creo que sea capaz ni que tenga las intenciones, pero aún si quisiera cambiar, creo que llegó a un punto de donde no hay retorno:
Ha sido una larga campaña. Arrancó no bien Néstor Kirchner supo que el 22 por ciento de los votos que consiguió en el 2003 sería suficiente como para asegurarle la presidencia de la República. A partir de aquel momento, da prioridad a la "construcción de poder". Para seducir a la gente, el santacruceño decidió erigirse en una especie de gran inquisidor que con severidad digna de un eclesiástico de otra época desenmascararía a los sospechosos de comulgar con el mal: militares, jueces menemistas, neoliberales, acreedores, empresarios, diplomáticos extranjeros, los economistas del FMI, duhaldistas. Su estrategia proselitista funcionó muy bien. Ya nadie puede negar que Kirchner es un presidente de verdad, que de celebrarse el domingo un plebiscito genuino lo ganaría, pero el éxito así supuesto plantea el peligro de que, como una vez amenazó, se entregue a una campaña permanente haciendo de la confrontación una forma de gobernar.
A menos que Kirchner se resista a caer en esta tentación, el futuro del país será sombrío. Confrontar no es gobernar. Es una manera de sustituir los problemas más importantes por otros fabricados, razón por la que tantos dictadores se dedican a inventar enemigos cuando se dan cuenta de que sus planes geniales no podrán producir los resultados deseados. Kirchner dista de ser un dictador y aunque quisiera ser uno no podría, pero comparte con personajes como Fidel Castro la costumbre de aprovechar las dificultades que surgen imputándolas a la maldad ajena. En el transcurso de las semanas últimas, se las arregló para "solucionar" el problema ocasionado por la salida de Suez de Aguas Argentinas ensañándose con el embajador francés y "luchar" contra la inflación, atribuyéndola a los dueños de los supermercados. ¿Fue sólo por cálculos electoralistas? En el caso de que lo fuera, el lunes veremos un Kirchner nuevo, más tranquilo y más cuidadoso, pero pocos creen que los resultados de las elecciones lo hagan abandonar el "estilo K" que tan bien le ha servido. Lo más probable es que siga como antes, lo que es motivo de preocupación porque hay muchos nubarrones en el horizonte.
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