Jorge Asís sobre los episodios de ayer en Haedo:
La máscara del cautivante rostro de la nueva política pudo percibirse, con espeluznante nitidez, en la violentamente inolvidable mañana de hoy, entre las sistemáticas vejaciones de la estación Haedo.
Una estación es, después de todo, una pausa, que suele inspirar a los poetas. Y donde debieran detenerse los trenes.
No obstante, entre los escombros impersonales de Haedo, se desvanece la gratuidad de tantas palabras impostadas. Y no de poetas, infortunadamente.
Palabras prepotentes reducidas a cenizas.
Por la programación del fuego de pasajeros humillados que se sorprenden, de pronto, en la condición de vándalos.
Actualización:
Más sobre el tema de Guillermo Sine Metu (ver también artículo de Infobae que pone Víctor en los comentarios). Como le decía en un comentario, ¿alguien realmente puede sorprenderse por todo esto? Podemos preocuparnos, pero no digamos que no se veía venir. Estas son las consecuencias lógicas del modelito de la Argentina pordiosera post golpe 2001.
Si tenemos un gobierno de (¿ex?) montoneros, que reivindica “el anonimato y la lucha armada” circa 1970, no debería tomar a nadie por sorpresa el resurgimiento de movimientos terroristas al estilo montonero.
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