Infelices en la Feliz

Ayer veía imágenes de las calles de Mar del Plata en dos o tres canales locales, unos en francés y otros en inglés. El comentario era que tanto Bush como Paul Martin estaban asistiendo a no se qué reunión en Argentina y que la policía no podía controlar las calles, a metros de donde estaban reunidos estos dos lideres (también mencionaban a Chávez y a Fidel, que no fue invitado).

Gente como la de ayer en Mar del Plata hay en todos lados. Se trata de sectores radicalizados que se encuentran por afuera del sistema. A veces es muy difícil controlarlos sencillamente porque la legalidad impone restricciones que no aplican a este tipo de accionar delictivo. Hay bibliotecas enteras que se dedican a analizar cómo hacer frente a los conflictos de baja intensidad y las guerrillas urbanas. De más está decir que salvo la Gendarmería en los 90, ninguna de las otras fuerzas de seguridad tienen la menor exposición a este tipo de preparación.

Lo que es más difícil de encontrar, salvo en países forajidos como el nuestro, es que el “discurso oficial” coincida con el accionar y el discurso de estos grupos violentos. La posición oficial de la Argentina actual es mucho más cercana a la violencia antisistema de las calles de Mar del Plata de ayer que de la moderación y la canalización institucional de las diferencias.

Si Kirchner y el 90% de la Argentina está en contra de lo que representa el presidente de EEUU, el premier de Canadá y los demás presidentes moderados de la región, honestamente no entiendo por qué organizar este encuentro en el país. ¿No hubiera sido mejor dejar estas cosas para algún otro país de la región que realmente tenga vocación por la normalidad, por la racionalidad, y nosotros quedarnos con Chávez y Fidel, con Evo Morales y Maradona?

No me cabe la menor duda que Kirchner y gran parte de la sociedad argentina se hubieran sentido mucho más a gusto compartiendo una cumbre con estos personajes.