Parece que ganó Evo Morales en primera vuelta en Bolivia. Lo que vengo diciendo para Argentina aplica perfectamente para toda la región. No aprendemos más. A pesar de los fracasos sistemáticos, no existe el menor proceso de aprendizaje. Como Pinocho, seguimos creyendo que si deseamos algo mirando una estrella, todo lo que queremos se hará realidad. Somos el continente del voluntarismo, de la magia, donde absolutamente todo es posible, menos la racionalidad.
Para contestar a la pregunta de “ganó Morales, ¿ahora qué?” nos sirve la experiencia argentina. Después de todo, nosotros tenemos a Eva, y ellos ahora lo tienen a Evo. ¿Cuales son los escenarios?
- Para usar la imagen de Pablo, después de soñarlo toda la vida, Evo Morales llega a Disneylandia, se pone las orejas de Mickey, la remera del Pato Donald, caza la mochila de Pluto y se pasa todo el día dale que te dale de juego en juego y de parque en parque. Se da con todos los gustos, Bolivia se convierte en una especie de versión local de Camboya.
- Evo Morales intenta todo lo anterior, pero, como se suele empecinar en hacer, la realidad finalmente impone sus límites. Al igual que en la Argentina, la administración Morales se define por la tensión entre lo que le gustaría hacer y lo que puede efectivamente hacer, dados los límites del mundo real.
- Don Evo Morales se convierte en un estadista internacional e inicia el proceso de convertir a Bolivia en una nación moderna: racionalidad económica, democracia política, integración al mundo y modernidad cultural.
Como suele pasar en la vida real, lo más probable es que se de el segundo escenario. No se trata de ningún consuelo, pero por lo menos no es tan malo como el primero.
Tal vez dentro de 10 o 15 años, cuando una vez más implosione todo este nuevo experimento populista en la región, nuevamente estaremos hablando con entusiasmo y esperanza del aparente “movimiento modernizador” que se expande por el subcontinente.
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