Jan 23, 2006

Tras un mágico congelamiento selectivo

Leo en lo de Isidro Argenpundit este artículo de Jorge Oviedo en La Nación del domingo. Me alegra ver que alguien más diga estas cosas. Lo vengo repitiendo desde hace más de un año:

Podría ser sorprendente, pero del análisis de los datos macroeconómicos surgen rápidamente datos que dejarán helados -tanto o más que como quiere Kirchner los precios- a quienes suelen creer en los preconceptos propagandísticos del actual modelo. Por ejemplo, la industria manufacturera alcanzó en 2005 un nuevo récord de producción física, levemente superior al que obtuvo en 1998. La primera pregunta es entonces ¿por qué se vive diciendo que en la década del 90 se destruyó la industria? La recesión que sobrevino después causó una debacle y entonces lo que se dice ahora es que desde el sector fabril se impulsa la recuperación del empleo. Pero los datos oficiales muestran que el sector fabril en su conjunto produce poco más que hace ocho años con 10% menos de obreros, menos horas trabajadas y salarios muy inferiores en dólares.


Pero no pasa nada. Nos podemos pasar el resto de nuestras vidas tirando cifras y datos y no haremos la menor mella en el pensamiento único progresista. Estoy convencido de que no se trata de una cuestión racional. Está mucho más relacionado con lo emocional, con los valores, con la manera con que nos relacionamos con la realidad.

Se trata de la versión peronista del experimento de la Alianza. En su versión peronista, no puede fallar. Esta vez tiene que salir bien. Se nos va el alma en todo esto. El éxito de todo esto es una cuestión de convalidación de una forma casi patológica de enfrentar la realidad, de una manera muy destructiva de encarar la vida.

Es demostrar por fin que tienen razón los que sostienen que está bien hacer las cosas mal, que las avivadas y la “canchereada” son el camino.

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