Alejandro Tagliavini explica por qué la demagogia sale cara. Dado nuestro triste historial en la materia, lo deberíamos tener muy claro a esta altura del partido:
En términos básicos, hay dos tipos de sociedades. En las libres, donde la vida se gana trabajando a riesgo, es decir, en las que una persona (la iniciativa privada) debe ofrecer lo que el público requiere o le sirva.
En la otra, es donde el Estado se erige árbitro final de las relaciones sociales, y con su poder policial impone lo que considera “justo”. Aquí para ganar, antes que servir a las personas, conviene que el burócrata los favorezca, para lo cual o toman el poder político o sobornan a los funcionarios.
Además, la imposición de lo “justo”, guste o no, por la fuerza (policial), termina en que los más fuertes ganan y los débiles pierden. De esta manera el Estado que favorece a los pobres es, probablemente, la mentira más grande de la historia. El Estado, coactivo, siempre favorecerá a los violentos.
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