Roberto Cachanosky sobre lo que venimos hablando hace rato por acá, el corazón del modelo de sustitución de importaciones son los salarios bajos:
Durante su informe al Congreso de la Nación, el presidente Kirchner sostuvo que: “los poseedores de capital deben modificar su comportamiento. En el viejo modelo aumentaban sus márgenes de ganancia vía desocupación y salarios a la baja, generando empobrecimiento”. Supongo que al hablar del viejo modelo, Kirchner se estaba refiriendo a la época de la convertibilidad y, supuestamente, lo que él está aplicando es el nuevo modelo. Y la verdad es que sorprende semejante afirmación, porque yo no le veo nada de nuevo al proteccionismo, a los controles de precios, a la presión impositiva salvaje, a los subsidios, al impuesto inflacionario o al estatismo que, en definitiva, es lo que está aplicando Kichner. Su modelo es tan viejo como que viene de la década del 40 o del 30, dependiendo donde ponga uno el punto de partida de la decadencia argentina. Plantear como nuevo modelo el control de precios y el impuesto inflacionario es casi una ofensa al intelecto de la población.
Pero todavía me sorprende más que haya sostenido que los poseedores del capital aumentaban sus márgenes de ganancia vía desocupación y salarios a la baja en, lo que él llama, el viejo modelo. Y sorprende porque la sustitución de importaciones que aplica Kirchner vía un tipo de cambio artificialmente alto implica generar una renta extraordinaria para los poseedores de capital. El razonamiento económico más elemental indica que los precios suben si la oferta se reduce. Si Kirchner aplica un modelo de sustitución de importaciones, lo que está haciendo es reducir artificialmente la oferta, con lo cual el precio de los bienes sube generándoles a los poseedores de capital una renta que no tendrían en condiciones de libre competencia.
Eh! Hasta yo lo entiendo!!
ReplyDeleteEso quiere decir que esta mas que claro.
¿Y que hay de los gobernante que aumentan artificialmente sus ganancias expoliando a los ciudadanos? ¿De ellos no se acuerda nadie?
ReplyDelete¡Libre mercado electoral ya!
En un post no tan reciente, un anónimo que dice ser economista –teniendo en cuenta que se presume la veracidad, no negaré esa condición profesional- afirma que el salario real aumentó desde Enero de 1998. Para llegar a esa notable conclusión, toma como base la inflación calculada sobre el índice de precios al consumidor de la Capital Federal (http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuadros/10/ipc-capit-dde1943.xls).
ReplyDeleteCuando algo está tan divorciado de nuestra percepción, o los cartoneros y carros tirados por caballo son un producto de nuestra febril imaginación, o algo anda mal en el análisis. Creo esto último, y diré por qué:
1- Conforme a las estadísticas de la pobreza del INDEC, las proporciones de personas por debajo de la línea de pobreza eran las siguientes: en Mayo de 1998, 24,2%, y en Mayo de 2003, 54,1%; de hogares por debajo de la línea de pobreza, 17,7% en Mayo de 1998 y 39,4% en Mayo de 2003. De acuerdo con la última estadística, la proporción de hogares pobres en el primer semestre de 2006 ascendía al 28,8%. Hay más pobres.
2- El salario medio no era de $350 en el año 1998. Como empleador de provincia, abonaba alrededor de $600, más cargas sociales.
3- Pero al margen de lo anterior, no responde a la realidad tomar como base para deflacionar los salarios corrientes, un índice “desinflado” como el de precios al consumidor, que al incluir servicios en el promedio ponderado tiene un incremento estadístico menor (al margen de que está convenientemente manipulado para que todo salga “pipí cucú”). Si en vez de tomar un índice que desde Enero de 1998 aumentó sólo un 69,7%, se adopta el índice de precios internos al por mayor, que desde 1993 trepó el 245%, nos aproximamos mucho más a la realidad, y el pretendido aumento del salario real se esfuma por completo.
Y es más realista por lo siguiente: el índice de precios al consumidor, en tanto promedio ponderado de la evolución de los precios de ciertos bienes y servicios, tiene un 47% de servicios, dentro de la ponderación. Estos, al no ser en principio comercializables internacionalmente, están menos influenciados por la cotización del dólar, a diferencia de los bienes transables, que siguen la “ley de un solo precio”. ¿Por qué se mantienen relativamente bajos? Por razones económicas y de distorsión estadística:
3-1- Los bienes no transables (incluyendo la mayoría de los servicios), salvo casos especiales, no pueden trasladarse con facilidad fuera de las fronteras, ni a la inversa, ingresar en nuestro país. La teoría económica y el sentido común nos indican que la oferta de los bienes no transables es más rígida que la de los transables, pues no existe masivamente y en el corto plazo la opción de orientar su producción o sus prestaciones al mercado internacional. Los alquileres, el transporte, los servicios de salud, en gran medida el precio de los servicios que brinda el comercio minorista; los seguros por bienes o prestaciones del mercado interno, el costo del transporte, las comunicaciones, la energía eléctrica, en gran medida no dependen del mercado internacional, sino del mercado interno.
La rigidez de la oferta de los bienes no transables tiene una consecuencia importante: al no poder aumentarse o disminuir significativamente su cantidad en el corto plazo (para traer a colación un ejemplo de mi profesión, la mayor parte de los abogados no tenemos como opción prestar nuestros servicios en el exterior, por el hecho de que nuestros ingresos se reduzcan; ni a la inversa, es factible “importar” abogados chinos por un precio menor), el precio en el corto plazo está comparativamente más influido por las condiciones de la demanda del mercado interno, que por la evolución del dólar. Pero el precio más bajo de los servicios, es a la vez el ingreso más bajo de quienes los prestan: en otras palabras, si hay servicios baratos para asalariados, es porque hay proveedores de servicios que sufren pérdidas (comerciantes minoristas y mayoristas, profesionales, empresas de transportes, seguros, etcétera).
3-2-) Las razones estadísticas de que el índice de precios al consumidor se distancie tanto de la evolución del dólar son varias:
2-2-1) Ciertos rubros de los servicios son de más difícil mensura por el INDEC: los alquileres de vivienda se pactan por 24 meses, pero en las locaciones nuevas, se reajustan considerablemente hacia arriba. Como sólo están gravadas con IVA las locaciones de más de $1.500, la tentación de hacer figurar por menos es muy grande. Por ese motivo, el INDEC nos da la buena noticia (cuadro A3 del índice de precios al consumidor GBA) de que el alquiler, ¡no subió nada desde 1999!
2-2-2-) Tampoco está en esa canasta el costo de adquirir una vivienda (no es el rubro “vivienda y servicios básicos), sino solamente el precio de la locación. En dólares, el precio de la mayor parte de los inmuebles urbanos (para no hablar de los rurales) ya alcanza los niveles de la convertibilidad, con la diferencia de que ahora no hay crédito bancario, y los ingresos en dólares son muy inferiores. El que era deudor en dólares, pesificó su deuda, pero, ¿qué pasa con muchos que ya nunca podrán aspirar a ser propietarios, pues les resulta inalcanzable el precio de las amortizaciones e intereses, si es que llegaran a conseguir crédito?.
3-2-3) Por supuesto, en la Argentina fidelista y chavista, la adquisición o el mantenimiento de vehículos es un rubro dentro de “transporte y comunicaciones”, donde nos dan la buena noticia de que sólo aumentó un 40,04% desde 1999, y además, incide únicamente el 8% dentro del total de la canasta.
¿Qué ocurre con los oligarcas que quieren comprar un vehículo de mediano para arriba? Deben pagar los mismos precios o mayores en dólares que en la época de la convertibilidad (el que me lo discuta, que compare Peugeot 406 2001 contra Peugeot 407 2006; Peugeot 307 2001 contra Peugeot 307 2006; etcétera).
Por supuesto, en el esquema actual, en que todo se mide a partir de la pobreza y la carencia de aspiraciones, tener un auto mediano o querer acceder a una vivienda propia son cosas de burgueses, y no deben ponderarse en un índice. Para qué hablar de un viaje al exterior, cerdos capitalistas.
La ironía del cuestionador anónimo de que “es una seria preocupación para todos los maestros que estaban pensando en irse de vacaciones a Europa, o comprarse un iPod, o comprar repuestos para su BMW” muestra la mentalidad que campea en el discurso actual. Le respondo que también es más caro para los progresistas darse unas vacaciones en Cuba (salvo que sean pagadas por el gobierno o por una ONG); y más caro para los totalmente indigentes, para quienes el índice de precios al consumidor es una ficción, porque gastan todo su presupuesto en alimentos (que aumentaron más que el promedio).
4- La comparación de los índices que hace “Anonymous” con el anemómetro sugiere que está hablando desde la ciencia con el vulgo que se chupa el dedo para medir el viento. Respondo:
4-1-) Desde su condición de economista, debe saber lo engañosos que son los números índices, sobre todo cuando se toman épocas con grandes cambios de precios relativos (leer Juan Carlos de Pablo, “Macroeconomía).
4-2) Volviendo a la analogía con el anemómetro, si ese instrumento me dice que el viento sopla a 10 kilómetros por hora, mientras se está volando el techo de mi casa y el perro salió volando por la cerca, supondré que el anemómetro está mal, y no mi percepción de la realidad.
Julio, muchas gracias por el comentario. Lo tuyo es un lujo honestamente. Qué te puedo decir, sinceramente me da vergüenza ajena tener que explicar estas cosas, más viniendo de un economista, como se identifica esa persona. No resiste el menor análisis.
ReplyDeleteCreo que es parte de lo que hablamos siempre, un problema cultural. Racionalmente es imposible que menos sea mejor que más. Por lo tanto, hay que inventar explicaciones “extracurriculares”. Es un poco como el “mereciómetro" en el fútbol. El equipo A le mete 6 goles a cero al equipo B, pero ojo que el Equipo A se garcó para llegar al séptimo. Además, el equipo B dominó 80 de los 90 minutos del partido. Merecía ganar, son los campeones morales, conservaron la dignidad.
Así caemos en ejercicios de política ficción como decir que lo de los 90 fue una ficción, un invento, nunca existió o, ya van a ver, un dólar productivista equivale a más del doble de uno convertible.
Tal vez esta actitud pueda ser comprensible dentro del muy triste proceso de evasión de la realidad en que vive gran parte de la sociedad, pero no por eso deja de ser un disparate.