May 11, 2006

El Progresismo

No comparto todo lo que dice, pero creo que es interesante:

El progresismo, nacido como la deriva más jovial del marxismo, padece estos años las graves dolencias de la edad. Sin ir muy lejos este gobierno, de etiqueta socialista, practica a menudo un rancio recuelo progresista que ha mostrado la indiscutible dimensión del mal. Porque del mismo modo que un romanticismo a destiempo transforma el arrobamiento sincero en un ridículo insufrible, el progresismo sin tiento resbala pronto de la bondad al patetismo. Fue el caso de las legalizadas parejas gay, que el progresismo caduco, transformado en hecho reaccionario, llamó matrimonio; es el reiterado supuesto de las discriminaciones legales a favor de la mujer, en la investigación, en la política, en los empleos, que reproducen la baja consideración sobre la capacidad del sexo femenino que fundó el machismo. Viene a ser, adicionalmente, el intento de premiar la vida del lince sobre la vida de los vecinos con una teatralización que mimetiza la piedad hacia el débil, o se trata, más generalmente, de enaltecer la mítica de la biodiversidad, por cuyo dogma lo que contribuye a multiplicar la diferencia es enriquecedor y aquello que nos asemeja nos demedia. Es decir, todo lo contrario a lo que la utopía progresista creía en sus años de oro.

El nacionalismo representa la activa enseña de esta paradoja. En los tiempos del franquismo, el nacionalismo periférico fue tenido como un movimiento progresista que encendía la subversión, pero ahora, en nuestros días, tanto la izquierda republicana de Cataluña como la izquierda abertzale representan lo más conservador y arcaico, lo más reduccionista y derechista que hay.

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