Jun 21, 2006

Absolutismo

Muy interesante la columna de Eugenio Kvaternik en La Nación de hoy sobre el absolutismo presidencial, la copio entera porque después se pierde el link cuando el diario manda a archivo las notas. Creo que vale la pena:

Absolutismo presidencial

Por Eugenio Kvaternik
Para LA NACION

En los regímenes absolutos donde la voluntad del príncipe era la ley, éste, por medio de lo que en Francia se conocían como lettres de cachet, podía encarcelar o desterrar a un súbdito sin juicio previo.

En distintos episodios, que coincidieron con el aniversario de su tercer año de gobierno, el primer mandatario actuó como un príncipe absoluto. Sustituyó las lettres de cachet por una reinterpretación arbitraria del pasado -de los años setenta- e incorporó en el Nunca más un agregado que refuta el prólogo, donde Ernesto Sabato mencionaba responsabilidad de la guerrilla en la violencia de los años setenta; negó la entrada en la Cámara de Diputados a un diputado electo por sospecharlo incurso en actos de tortura; contribuyó, por medio de piqueteros oficialistas como Barrios de Pie, a impedir la elección del doctor Alterini en la UBA por haber tenido un cargo menor en el último gobierno militar, y concluyó con su discurso, el Día del Ejército, recordando la represión ilegal para descalificar a los oficiales que participaron en un recordatorio de las víctimas de la subversión.

Ni los oficiales presentes en el acto de homenaje en la plaza San Martín ni los presentes el Día del Ejército tienen que ver con el malhadado Proceso. Entre los primeros estaba, por ejemplo, el coronel Nanni, que defendió al gobierno constitucional del doctor Alfonsín cuando los remanentes del ERP asaltaron el cuartel de La Tablada. Un protagonista de la Francia revolucionaria, Royer-Collard, decía que quien persigue o acusa a alguien por las ideas que no tiene corre el riesgo de darle las ideas que no tenía. ¿Quiere el Presidente convertir en partidarios del Proceso a militares que están lejos de serlo?

Los extremos no sólo se tocan, sino que también se suceden, decía otro pensador de la Revolución Francesa, el suizo Benjamín Constant. Los extremistas que en los años 70 violaban los derechos humanos practican hoy un extremismo de los derechos humanos, que pretende imponer una interpretación del pasado que no sólo elimina de la violencia de esos años el enfrentamiento entre la "patria peronista" y la "patria socialista". También niega su fruto, es decir, la estrategia contraguerrillera ilegal iniciada por Perón y López Rega y continuada por Isabel Perón e Italo Lúder, que cinco meses antes del golpe de Estado, y al amparo de los decretos firmados por este último, dio luz verde a los militares para implementar la estrategia de las desapariciones como método para combatir a la guerrilla. También aquí rige el proverbio de Constant: el extremismo de la contrarrevolución ilegal del peronismo fue sucedido, luego del golpe de Estado de 1976, por el extremismo de la contrarrevolución ilegal sin el peronismo.

Como el Estado absoluto, luego de las guerras de religión, también el Gobierno parece hacer suyo el aforismo de Hobbes: no es la verdad sino la autoridad la que hace las leyes.

Pero el primer mandatario no sólo se dedicó a manipular el pasado; también hizo mención de cómo construir el futuro, cuando en su discurso en la Plaza de Mayo convocó al pluralismo. El pluralismo presidencial, sin embargo, no tiene como piso el reconocimiento de la legitimidad de los que están lejos del Gobierno, sino el que, fundado en el cálculo político, tiene como techo sólo a los que están cerca de él. ¿Cómo debemos entender, entonces, esta invocación al pluralismo?

Al analizar el funcionamiento del régimen instaurado por Diego Portales, estadista chileno del siglo XlX, el historiador trasandino Alberto Edwards señala que en los sistemas absolutistas si la oposición no puede ganar elecciones y la revuelta armada está descartada o fracasa le queda como opción el intento de ganar la voluntad del Gobierno. Es decir, convencer al presidente de que deben ser incluidas en la mayoría gubernamental. El pluralismo al que se refiere el Presidente es un guiño a un sector de la oposición de que la voluntad presidencial está disponible para incluirlos en el Gobierno.

¿Qué alternativas se nos abren frente a esta eventualidad? Edwards nos dice que, a lo largo de la república portaliana, la alternancia entre las diversas facciones en el seno del régimen no era, como equivocadamente suponía un observador inglés, un remedo de la monarquía parlamentaria inglesa con su alternancia entre whigs y tories, liberales y conservadores. Su propósito principal era evitar "la fronda aristocrática", es decir, la rebelión de los grandes funcionarios, eclesiásticos o propietarios, y que en los regímenes tradicionales, a la par que garantes de las libertades frente al poder del soberano suelen ser también factor de perturbación.

La primera alternativa es que, siguiendo el razonamiento del escritor inglés desestimado por Edwards y puesto en boga entre nosotros por algún gran simplificador, el país necesita una realineación bipolar y que el Presidente es el elegido por la astucia de la razón para hacerlo. La segunda alternativa es que, al revés de lo que sucedió en Chile en el siglo XlX, el neoabsolutismo no logre controlar la fronda.

Sin embargo, no es en la esfera pública y cultural donde censura y reprime opiniones, sino en la económica, donde -al igual que el Estado absoluto- reprime precios y reglamenta lo que se debe producir y exportar, que el Gobierno puede encontrar su fronda. Si no libera los precios en el momento oportuno, se arriesga a la fronda de los empresarios; si al liberarlos éstos se escapan, arriesga la de los consumidores, y si persiste en mantenerlos y genera desabastecimiento y mercados negros, se arriesga a la fronda de unos y de otros. El neoabsolutismo de cuño peronista que ofrece un espacio a la semioposición, ¿nos pone al abrigo de la fronda, como lo hizo el orden portaliano en Chile, o, por el contrario, la conjura?

Finalmente, la tercera opción es que del neoabsolutismo del kirchnerismo no surja ni la república bipolar ni la fronda más o menos anárquica, sino que se consolide, reelección mediante, aún más, el poder absoluto.

El historiador romano Tácito recordaba que, antes del emperador Augusto, la lex lesa maestatis, la ley de lesa majestad, castigaba los hechos, mientras que las palabras no se castigaban. La ley castigaba las sediciones o la mala actuación de los magistrados, es decir, los delitos contra la soberanía del Estado. Fue Augusto quien comenzó a usarla para castigar los libelos escritos en su contra para mantener así, por la fuerza, su poder.

Según algunos de los confidentes de la providencia que tiene el Gobierno, vivimos ya en una nueva era, la cual acaba de cumplir su tercer año. Certidumbre sobre el aniversario, incertidumbre sobre su significado. ¿Vivimos en el tercer año antes, o en el tercer año después de Augusto?

El autor es profesor de Teoría Política en las universidades del Salvador, Buenos Aires y Católica Argentina.

5 comments:

  1. tenés que usar el "link corto" que aparece al pie del artículo. ese es, supuestamente, permanente.

    ah. es bueno ver el artículo directamente en el site de la nación porque se puede apreciar una caricatura muy fuerte del presidente.

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  2. Muchas gracias por el dato, no sabía esto del link corto. Lo voy a empezar a usar.

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  3. Há, obviamente, muito para saber sobre isso. Eu acho que você fez alguns bons pontos de recursos também. Continue trabalhando trabalho, ótimo!

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  4. Acabo de añadir el feed a mis favoritos. Me gusta mucho leer sus mensajes.

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  5. hola, Chicos, Hola, he tratado de correo electrónico usted en relación con este post, pero no son capaces de llegar. Por favor, un e-mail cuando recibe un momento. Gracias.

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