Jun 14, 2006

La chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos

Ayer leí dos comentarios en el blog de José Benegas que me parecieron muy interesantes. El primero es de FC:

El "kakismo" no es un fenómeno complejo. Es una mezcla hedionda (y hecha a las apuradas) de: 1) populismo barato 2) viento de cola 3) sociedad idiotizada 4) mentiras y ocultamientos 5) todo vale 6) corrupción crónica y 7) zurdismo de pico.
Cuando caiga ¡oh sorpresa! advertiremos que estamos más pobres que antes.


El segundo es de Leandro:

El error fundamental de todos lo opinólgos es que siempre buscan encontrar una lógica en los movimientos de todos los payasos de este circo. La única lógica es la lógica de su propia supervivencia y lo peor es que los que producen y poseen la riqueza no le ponen límites sino que se alían con ellos para lograr ventajas a costa de su "competencia" o mejor aún de los indefensos ciudadanos.


Sigo insistiendo con un tema que me desvela. Estamos gobernados por una pendeja histérica. Tenemos un presidente que se maneja por lo hormonal, los estados de ánimo, que apela a la teatralización y los golpes de efecto. Según el momento del mes, sabemos que Doña Kirchner será más o menos irritable e impredecible. Es muy triste, pero real.

Entiendo la necesidad que tiene mucha gente de tratar de encontrar algún sentido a todo esto, después de todo es muy difícil vivir en el caos y la arbitrariedad. Pero, como dicen los comentarios anteriores, me temo que no hay demasiado para entender.

Los argentinos están viviendo un sueño hecho realidad. El consenso general es que básicamente estamos haciendo absolutamente todo lo que siempre se nos dijo que no había que hacer y nos va fantástico. Cada vez mejor. Para mucha gente, estamos demostrando al mundo que hacer las cosas mal no sólo no está mal, sino que está bien. Eso del respeto por la ley, la propiedad privada, los contratos es para giles, para los pobres imbéciles de países como Chile, España o Irlanda. El camino al desarrollo, al crecimiento sostenido, pasa por las devaluaciones masivas, el repudio de las deudas y la destrucción de todos los contratos de la economía. Somos Gardel, Lepera y todos los músicos.

No me van a decir que no es fantástico. ¿Cómo no vamos a estar eufóricos? Dios es argentino. En la mente de muchísima gente en Argentina, es nada más ni nada menos que la prueba definitiva de que siempre tuvimos razón. El camino es la chantada, la improvisación, el saqueo, el matonismo. Los problemas, incluyendo las deudas, desaparecen si los ignoramos, y es perfectamente posible crear riqueza de la nada, por decreto.

Por eso mismo creo que remontar todo esto va a ser mucho más difícil que ante otras crisis de nuestra historia. Me pregunto cómo hacemos para que amplios sectores de nuestra sociedad dejen de estar convencidos de que estas locuras son gratis, de que es posible ir por ahí garcando a medio mundo y que no tenga consecuencias.

Por supuesto, después vendrán las grandes sorpresas. Cómo es posible que nos pasen estas cosas, si estábamos haciendo todo bien. Sin duda, se trata de un complot internacional para destruir al país.

Como decía hace unos meses, me pregunto si todos los argentinos de ley a los que les parece bárbaro todo esto son realmente concientes de que mucho después de que termine toda la festichola, de que el camión de la basura se haya llevado las cajas de botellas de champagne vacías y de que se haya secado el semen de las sábanas de la Quinta de Olivos, tendrán que seguir pagando la cuenta por décadas. Me pregunto si Kirchner, su señora esposa, Duhalde, su padre político, Lasaña y toda esta manga de delincuentes tienen aunque sea una vaga idea de lo que se viene. Me pregunto si realmente les importa.

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