Jul 3, 2006

El racismo militante

James Neilson:

Si al demagogo francés Jean-Marie Le Pen -un personaje que es habitualmente calificado de ultraderechista, cuando no de neonazi, por la prensa internacional-, se le ocurriera organizar un boicot a todos los comercios manejados por árabes porque según él un individuo de tal origen baleó a un sindicalista, no sólo Francia sino Europa entera reaccionaría con horror frente a tamaña manifestación de odio étnico.

Y no sería una mera cuestión de los millones de palabras indignadas que verterían los alarmados por el resurgimiento del extremismo racista. Lo más probable sería que por actuar así, Le Pen o cualquier otro de actitudes similares terminarían entre rejas.

Pero la Argentina es diferente. A muy pocos les preocupó cuando el sindicato más beligerante del país declaró la guerra contra todos los comerciantes chinos luego de una gresca que dejó herido de gravedad a un afiliado. Para los más, sólo se trataba de un típico conflicto gremial, uno con algunos toques divertidos ya que todos saben que los asiáticos son raros y que a Moyano padre e hijo les encanta hacer gala de su dureza y de su desprecio por las normas, o tal vez de una maniobra astuta urdida por empresarios multimillonarios que se sentían amenazados por la competencia de los supermercados chinos.

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