Jul 23, 2006

Sensación de tsunami


Hasta hace unos meses era casi unánime la opinión de que en la Argentina estaba todo fantástico; se trataba del “modelo chino”; habíamos entrado en un estado casi mágico en el que estábamos a salvo de las crisis cíclicas; los TVs de plasma costaban menos que en Europa; muchos analistas del exterior aplaudían de pie el novedosísimo neopopulismo dirigista argentino, recomendando medidas de política económica que ni en dope con Ginebra Llave sugerirían para sus propios países.

De golpe, pareciera que se están dando cuenta de lo que Roberto Cachanosky y tanta otra gente viene diciendo desde un principio. Ya era hora. No existe la magia y en economía se puede hacer de todo menos dejar de pagar los costos:

¿Hasta cuándo aguanta? Esta es la típica pregunta que en todo tipo de reuniones me formulan, y estoy seguro que a muchos de mis colegas economistas les debe ocurrir lo mismo. Si bien por cuestiones estadísticas y pases mágicos los indicadores económicos parecen mostrar una economía imparable en su crecimiento, muchos tienen la sensación de que a pesar del día soleado y apacible, hay un tsunami económico que se está gestando en algún lugar y que puede tomarnos por sorpresa.

¿Por qué esa sensación de incertidumbre en la gente si el PBI crece, la producción industrial aumenta, la desocupación disminuye, el gobierno tiene superávit fiscal y los precios al consumidor se ubican en niveles que son del paladar del Gobierno como puede verse en el gráfico? Mi impresión es que la gente percibe que esta historia de tener precios baratos internos totalmente desligados de lo que ocurre en los mercados internacionales es un artificio que hemos vivido infinidad de veces y siempre terminó mal. De la misma forma que la gente sabe que los controles de precios inevitablemente conducen, más tarde o más temprano, a aguas turbulentas. La gente presiente el tsunami, sin saber muy bien por qué lo espera. Dicho de otra manera, la gente no quiere perderse el día de playa, pero está tirada en la arena sintiendo inquietud a la espera de la ola gigante. Y nadie quiere ser barrido por la ola. ¿Se justifica esta inquietud en la gente o quedó impresionada por el tsunami anterior y hoy tiene temores infundados?

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