Según Jorge Ávila se viene nomás el TLC para Uruguay. No saben cuanto me alegro:
Una impresión se afianza a paso redoblado. La opinión pública y el gobierno uruguayos desean un acuerdo de libre comercio con EEUU. Se han dado cuenta de que lo necesitan a raíz del estancamiento, por no decir el desbaratamiento, del Mercosur. El mercado común del cono sur, que fuera anhelado por el romántico pueblo uruguayo, más que por cualquier otro, como el camino prometido por la historia para concretar el sueño de la patria grande, ha quedado vertiginosamente sepultado en un mar de discrecionalidades. El cínico mecanismo de “adaptación competitiva”, que filtra en Argentina las importaciones industriales de Brasil, es un ejemplo de esas discrecionalidades imposible de conciliar con un mercado común. La permanente postergación de acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y EEUU es evidencia clara del espíritu proteccionista que prevalece en Brasil y que Argentina acata. La reciente incorporación de Venezuela crea dudas sobre el rigor de la cláusula democrática. Y si a las decepciones enumeradas agregamos el tácito aval que prestó el gobierno argentino a los cortes de puentes sobre el río Uruguay, que vulneraron el libre tránsito de mercaderías y turistas, tenemos cartón lleno. El pueblo uruguayo, que no es racional como el chileno ni ciclotímico como el argentino, sino noble y lírico, chocó en los últimos meses contra la roca dura de la realidad y comprendió que el futuro no pasa por la contra-cumbre de Mar del Plata ni por el Mercosur, que está en otra parte.
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