La verdad es que no sé cómo llamarlo: antes que nada, ¿liberalismo o libertarianismo? Si nos quedamos con el término que se usa en castellano, ¿se trata del liberalismo teórico, liberalismo ingenuo, liberalismo de salón de clases?
Esta distinción es meramente descriptiva, como contraste con lo que yo denominaría el liberalismo práctico, y sin ánimo de entrar en discusiones estériles o de ofender a nadie. Creo que en la vida real es muy difícil encontrar personas que compartan estas ideas, por lo que me parece acertado tratar minimizar las diferencias y concentrarse en las coincidencias.
En lo personal, me identifico con esta ideología y las discusiones teóricas me parecen muy interesantes. Pero me parece que el gran problema surge, como de costumbre, cuando la realidad entra en la ecuación. La realidad es implacable y tiene la muy mala costumbre de dejar en el polvo hasta al más avezado de los marcos teóricos. Si no me creen, pregúntele a algún socialista.
Las cuestiones teóricas pueden resultar apasionantes, de hecho lo son, pero personalmente me interesa más la aplicación práctica de las ideas liberales. La Argentina 2006 es como es. Yo estoy convencido de que sería un país infinitamente mejor si tuvieran lugar reformas liberales. Lo mismo aplica para cualquier otro país o región del mundo.
Más allá de muy reducidos ámbitos académicos o intelectuales, honestamente no estoy seguro de si algunas de las propuestas o cuestiones que se discuten en los ámbitos liberales “puristas” o “dogmáticos” constituyen un verdadero aporte para solucionar los problemas de un país como Argentina. Es muy probable que en el fondo tengamos mucho de razón cuando decimos que el gobierno es un mal innecesario o que toda forma de exacción impositiva constituye una inmoralidad, pero me pregunto si no estaremos espantando a la clientela.
Muchas veces tengo la sensación de que hay amplios sectores de este espectro ideológico que se olvidan del pequeño detalle de que antes que nada hay que ganar las elecciones. A menos que nos reservemos el rol de “influenciadores” entre bambalinas o ideólogos en las sombras. Una especie de UCD durante los primeros años del gobierno de Menem.
Horror de los horrores, tal vez deberíamos concentrarnos más en propuestas con más marketing, más realistas, con aplicación práctica en la vida real. Por ejemplo, en lugar de sostener que todo gobierno es un mal innecesario y luchar por su eliminación, proponer un gobierno reducido y limitado por la ley; en lugar de desgañitarnos sobre la inmoralidad de los impuestos, proponer su baja y el uso más eficiente de los recursos del estado; etc.
En fin, como se dice en inglés, just a thought.
En una cosa tienes más razón que un bendito: es relativamente fácil llenarse la boca con ideas teóricas, pero ceñirse a ellas en su aplicación práctica ya es más complicado.
ReplyDeleteYo estoy contigo en tomar el camino "práctico": igual que en la empresa privada prefiero tener un director general competente, astuto y hábil, que lleve a mi empresa a ser 100% competitiva, mejorando mi calidad de vida y a un tiempo creando una mejor situación de mi entorno social, pues también preferiría esa opción para el gobierno, o sea, tener unos líderes competitivos, hábiles y astutos, que llevaran al país a una situación competitiva, que mejorara la calidad de vida y el entorno social.
De esto sigue que, como tu dices, preferiría un gobierno "pequeño", limitado, pero dinámico y EFICAZ. Si este concepto funciona tan bien en la empresa privada, ¿por qué se resiste tanto el "sector público" en claudicar a la evidencia.
Lamentablemente las propuestas con más marketing suelen ser las peores. Mirá sino al señor K.
ReplyDeleteNadie puede negar que todo el marketing está a su favor.
Lobo Gris, cuando hablo de más marketing en las propuestas me refiero a las propuestas liberales, no a las del socialismo nacionalista. Creo que antes de poder poner en práctica estas ideas primero hay que ganar elecciones. Sinceramente me cuesta creer que las podamos ganar con propuestas del tipo “abolir el estado”, “abolir las fuerzas armadas y las de seguridad” y “abolir las cárceles”.
ReplyDeletePero en una de esas estoy equivocado y el argentino promedio es más libertario de lo que yo creo.
Si, comprendo perfectamente y así te había interpretado.
ReplyDeleteEl problema que yo planteo es que precisamente en nuestros países las propuestas liberales suelen ser poco marketineras (excepto lo de bajar los impuestos) y en cambio las del socialismo nacionalista suelen ser las más marketineras
Creo que lamentablemente el principal motivo por lo que es perfectamente posible poner en práctica estas ideas horrorosas una y otra vez en países como Argentina es porque en el fondo, esto es lo que queremos. Esto es lo que nos hace feliz. Esto es lo que somos, lo que mamamos de chicos, lo que nos sale del alma. Hace falta un esfuerzo racional muy grande para poder sobreponernos y esos momentos de lucidez nunca duran demasiado.
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