En la provincia de Québec hay una ley que obliga a los negocios que quieran abrir los fines de semana y los feriados después de determinada hora, a hacerlo con no más de un número extremadamente reducido de empleados. Por algún motivo pensé que se trataba de una cuestión municipal, como en la mayor parte de la Argentina. Pero no, acá es una cuestión del gobierno provincial.
Si un supermercado u otra tienda quieren abrir después de las 5 de la tarde los fines de semana, después de las 5:30 de la tarde un día de semana o un feriado, sólo lo puede hacer con un máximo de 5 empleados.
La idea, según leí, es asegurar que los empleados de comercio tengan una vida más digna y no tengan que trabajar horarios estrambóticos. De paso cañazo, proteger a los pequeños negocios de barrio de la competencia despiadada de las grandes superficies comerciales, monstruos voraces, representantes del capitalismo salvaje.
De todos modos, Québec es un dechado de libertad de empresa. Podría ser mucho peor. Hay algunas provincias en las que directamente está prohibido por ley abrir los fines de semana y los feriados (en algún momento les voy a contar las cosas que tienen que hacer estos negocios para poder escapar a estas ridículas regulaciones).
En este momento, las grandes cadenas están haciendo lobby ante el gobierno de la provincia para cambiar esta ley e eliminar estas restricciones. Espero sinceramente que tengan éxito.
La gran pregunta que me hago, y les hago a ustedes, los grandes cráneos del quehacer nacional e internacional que leen este blog, es por qué el estado se atribuye el derecho de decirme a mí como yo voy a manejar mi negocio. Honestamente no entiendo. Si a mí se me ocurre con mi capital y mi riesgo crear un supermercado que abra todos los días de 8 de la noche a las 8 de la mañana, y cierre durante todo el resto del día, destinado a la población local de inmigrantes de Transilvania, ¿por qué un funcionario me tiene que decir si lo puedo o no hacer?
Todo lo anterior también aplica a las restricciones de este tipo que volvieron a la Argentina de la mano del experimento neopopulista, después de las desregulaciones de los 90.
Cierto, siempre me olvido, el sector privado está formado por una sarta de imbéciles que no saben lo que les conviene y hace falta un funcionario iluminado que los guíe.
Je ne compri pas estas. Acá también es competencia "provincial" (autonómica) el número de feriados que está permitido abrir y hasta ahí... aunque sólo sea para unificar criterios de cara al cliente... pero , vaya, que ya me dijeran cómo abrir... non capisco. Si no quieren que se labure en feriado, si acaso que lo prohíban, pero que me digan cuantos empleados necesita mi negocio para funcionar adecuadamente...
ReplyDeleteSobre la calidad de vida de los empleados -- Acá a muchos se los contrata casi a propósito para cubrir horas en feriados. Esta gente, que no tendría empleo de otro modo, de buen grado acepta esto, quizá hasta que encuentre otro trabajo cuando tenga más currículo. O sea, gana el empleado, gana el negocio y, of course, gana el cliente que puede hacer su compra cuando le de la gana. En definitiva, se genera riqueza.
Sobre la competencia de grandes superficies a pequeños comercios de barrio -- Dos palabras: "falacia asqerosa" :-) Nadie gana, desde luego NO el cliente. Primero, muchos (no todos!) de los comercios de barrio siguen con horarios pre guerra civil, absolutamente inadaptados al modo de vida y trabajo de hoy (donde, por ej., las féminas ya no tienen todo el día para hacer la compra puesto que también trabajan). Segundo, con este "proteccionismo" del estado, muchos los comercios de barrio siguen no ofreciendo al cliente lo que necesita, no teniendo la variedad que se busca hoy en día, y sin embargo no "sufren" excesivamente la pérdida de clientes poruqe igual te tienes que esperar al lunes a hacer la compra si las grandes superficies están obligadas a cerrar en feriado y, por cercanía, a veces acabas comprando al lado de casa aunque sólo encuentres la mitad de lo que necesitas. O sea: El pequeño comercio no evoluciona y, por supuesto, el cliente se jodió.