Relacionado con la discusión sobre los piqueteros que se armó en lo de Rubén la vez pasada, me gustó mucho la columna de Pilar Rahola en La Nación de hoy sobre esa tara tan argentina, pero compartida por el resto del tercer mundo, de sostener que represión equivale a represión ilegal:
Y la libertad empezó prohibiendo. Esta contradicción, tan incómoda para los amantes religiosos del concepto –algunos aún colgados del Mayo del 68 y de su esotérico “prohibido prohibir”–, es el fundamento que la garantiza. En el Coloquio de IDEA, donde tuve el honor de participar, una periodista me preguntó si prohibir no implicaba reprimir. Sí, ¿y? ¿No es la democracia un ejercicio diario de represión? Diré más, ¿no se quiebra, cuando no consigue reprimir? La ley democrática reprime la corrupción, el asesinato, el robo, el racismo, la violación, el terrorismo, y ello garantiza el sistema político más libre de los hasta ahora inventados.
Quizá, si nuestros pueblos no vinieran de largas tiranías –de Franco a Videla–, no nos asustaríamos tanto con algunos conceptos demonizados. Sin embargo, o dejamos de temer a tres ideas de fondo –orden, autoridad y legalidad–, o no tenemos libertad. Y esta silla de tres patas es la que, según parece, serramos día a día, amparados por paternalismos izquierdistas que se enamoran del primer comandante Che que blande pancartas, destroza coches y ocupa la calle. Si me permiten la osadía, afirmaría que una democracia que tolera y ampara a los extorsionadores de la calle –el espacio compartido– es una democracia con un serio problema. Como tiene un serio problema si la independencia informativa no goza de excelente salud, si el poder le pone bozal a la sociedad civil, si la Justicia no es de fiar, si los intelectuales comprometidos se enamoran de todos los patanes populistas que pueblan las cancillerías políticas (con Chávez en el altar mayor), si nos equivocamos de referentes. A lado y lado del espectro ideológico, el compromiso con la buena salud de una democracia es cosa de todos. Porque la democracia, como todos los bienes escasos, es un bien frágil.
Toda represion es legal, la ilegal tambien, que joder!
ReplyDeleteCuriosa democracia la argentina, en la cual, para no reprimir a doscientos revoltosos, dejamos que estos terminen imponiendo su voluntad al resto de la sociedad...
ReplyDeleteAy, ay, ay.... mansamente terminamos entregándonos en manos de violentos y tiranos... como siempre...
Pilar Rahola es brillante y tiene una gran capacidad para exponer sus ideas. Siempre me llamó la atención que representara a la izquierda (creo que Esquerra catalana) en el parlamento y se declarara feminista.
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