Empezamos mal. Carlos Alberto Montaner sostiene que Raúl se disfraza de Fidel:
Pero, para entender la conducta de Raúl Castro, aún más elocuente que ese hecho monstruoso fue un inocente guateque infantil al que asistió pacientemente. El niño Elián --el balserito salvado y devuelto a Cuba-- cumplió año y allá fue Raúl a celebrar la ocasión escoltado por guardias, pasteles y croquetas. ¿Por qué acudió Rául Castro a esa fiestecilla insignificante y llevó las cámaras de la televisión a que dieran cuenta de ello? Por algo tan sencillo como patético: Raúl está tratando de hacer las cosas que hacía Fidel. No sólo lo está sustituyendo en sus cargos. También intenta imitar su comportamiento. Psicológicamente, no es Raúl el que gobierna con sus ideas y sus juicios propios. Es un artista del karaoke. Trata de ser su hermano. Se ha pegado unas barbas postizas y quiere ser Fidel bis.
¿Oportunismo? ¿Inseguridad? ¿Cálculo político? Todo eso junto. Pero es triste que esté copiando lo peor de su hermano. Durante casi medio siglo Fidel gobernó mediante el bochinche. Creaba conflictos artificiales, sacaba las gentes a las calles a desfilar en medio de unas estridentes protestas, y confiaba en que esas ceremonias de ira colectiva, orquestadas por el aparato de propaganda, galvanizaban a la sociedad tras su liderazgo. La revolución era esa gritería desagradable.
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