Jan 19, 2007


Si prácticamente nadie, salvo algunos alocados desde la seguridad de su exilio voluntario en el Primer Mundo, se atreve a apostar seriamente por el éxito de esta nueva movida populista, si en el fondo todo el mundo sabe perfectamente cómo termina este nuevo experimento del socialismo nacionalista en la región, creo que cabe preguntarse por qué los argentinos, bolivianos, venezolanos, ecuatorianos y nicaragüenses se empeñan en seguir con estas locuras.

Yo creo que sencillamente no podemos con el genio. Sencillamente nos encanta todo esto, es lo que siempre quisimos hacer. Se trata nada más ni nada menos de lo que nunca nos hubiéramos alejado si no hubiese sido por los límites que nos impone la realidad.

Toda esta sarta de disparates, las rabietas adolescentes, las actitudes de pendeja histérica en mal momento del mes, las permanentes contradicciones, los supuestos desafíos al mundo, la rebeldía sin causa, el gataflorismo galopante, es parte de nuestra forma de ser. Nos hacen sentir vivos y nos hacen sentir bien machos.

Yo estoy convencido de que somos felices así, viviendo en la miseria y el atraso, en la más absoluta incertidumbre, a la buena de Dios. De otra manera, hace rato que hubiéramos hecho algo para salir de todo esto, como lo hicieron en su momento países como España e Irlanda.

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