Marcos Aguinis sobre las revoluciones. Nunca terminaré de entender esa tara tan progre de citar a la “revolución francesa”, que terminó es un desastre generalizado, como un ejemplo y, por supuesto, ni siquiera mencionar a la norteamericana, que fue un éxito absoluto pero mucho menos fashion.
No se preocupen, en el caso de la “bolivariana” y la islámica, al igual que la cubana y la indigenista de Morales, esta vez seguro que sale bien:
La revolución bolivariana y la islámica son las que más inquietan en estos años, por su irrefrenable y peligroso anhelo de exportación global. Aunque se mantienen gracias a los desorbitantes precios del petróleo, pueden tardar en sucumbir, dejando tras de sí demasiadas ruinas. Pese a su grotesca fraternidad, sus libretos son culturalmente distintos, pero coinciden en su anhelo de consolidar la tiranía, una teocrática y la otra militar. También coinciden en su desprecio por la democracia, la libertad y el pluralismo. Son mesiánicas, intolerantes y belicosas. Encandilan con sus promesas y se maquillan de buenas intenciones. Sin embargo, no escapan ni escaparán al destino de lamentables revoluciones que las precedieron. Basta echar un vistazo a lo ocurrido con las revoluciones francesa, rusa, china y cubana, entre otras, para despertar ante sus trágicos periplos.
Un amigo distante de Marx, el poeta Heinrich Heine, escribió que temía a los idealistas revolucionarios, pese a tenerles alguna simpatía, porque cuando tengan poder despreciarán la libertad y el arte, no amarán las flores ni respetarán las diferencias. En otro texto fantaseó estar en la cabeza de un revolucionario, aparentemente angelical. Sus súplicas al buen Dios comenzaban exhibiendo inocencia: quería una habitación aireada, una sólida mesa para comer y escribir, y una ventana amplia por la que vería grandes y hermosos árboles... de los que colgarían sus enemigos.
Muy buen artículo de Aguinis.
ReplyDeleteTodo el mundo sabe que las cosas fueron como él las pinta; pero es inútil la izquierda idolatra las revoluciones. No hay forma de convencerlos racionalmente. Toda la progresía francesa sigue amando a Robespierre, Danton, Marat, Saint Just y el resto de la piara de psicóticos resentidos que mataron gente hasta el hartazgo. Luego vino Bonaparte y mandó a parar. Pero esa es otra historia que tampoco finalizó bien.
Si bien este es un off-topic, Luis, quería decirte que estuve leyendo un resumen de lo que proponía Ollanta Humala como entonces candidato a la presidencia del Perú y, la verdad, es que si bien tiene un fuerte componente estatista su plataforma, no parece TAN RADICAL como me imaginaba:
ReplyDeletehttp://www.partidonacionalistaperuano.com/plandegobierno.htm
Andrés, ¿tienes ganas de escribir algo? Avisame.
ReplyDeleteNo sé a que viene tu pregunta, Luis. Me gustaría saber.
ReplyDeleteAndrés, Me cuentas que estuviste leyendo sobre la plataforma política de Ollanta Humala. Me parece un tema muy interesante y quiero que sepas que si tienes ganas de escribir algo sobre eso, lo puedes hacer acá. Nada más. Avisame.
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