Feb 17, 2007
Venezuelización
Interesante columna de Ibsen Martínez, escritora venezolana, en La Nación de hoy sobre uno de los misterios de la conducta colectiva humana: la paulatina aquiescencia con que una sociedad abierta se aviene a vivir en una dictadura.
La autora se refiere a Venezuela, pero lo que dice aplica perfectamente a la situación de Argentina. Ella habla de la pasividad de la sociedad, yo estoy convencido de que en el fondo nos encanta todo esto. Nos hace sentir vivos:
En el bando opositor, el sentimiento moral prevaleciente estos días es la aquiescencia. Por eso, quizá, mientras miraba a ratos por televisión el indignante desfile, pensé en Sebastián Haffner. Haffner (1907-1999) fue un berlinés que en 1938 se exilió en Inglaterra, pues se consideraba una víctima aria de los nazis. Luego de su muerte, entre sus papeles fue hallado un manuscrito inédito terminado en 1939. Publicado por primera vez a más de sesenta años de haber sido escrito (Historia de un alemán, memorias 1914 -1939, editorial Destino, Barcelona, 2001), el libro póstumo de Haffner se convirtió en sólo unos pocos años en texto imprescindible para comprender uno de los misterios de la conducta colectiva humana: la paulatina aquiescencia con que una sociedad abierta se aviene a vivir en una dictadura.
Haffner, desde luego, no ha sido el único escritor europeo del siglo XX a quien ha llamado la atención la operación intelectual y la contorsión moral que permite a un individuo imbuirse de una especie de estupor político con el que cree poder sobrevivir sin ser visto ni tocado por una dictadura de masas. "La historia que va a ser relatada a continuación -con estas palabras aborda Haffner el primer capítulo- versa sobre una especie de duelo. Se trata del duelo entre dos contrincantes muy desiguales: un Estado tremendamente poderoso, fuerte y despiadado, y un individuo particular, pequeño, anónimo y desconocido. Este duelo no se desarrolla en el campo de lo que comúnmente se considera la política; el particular no es, en modo alguno, un político ni mucho menos un conspirador o un "enemigo público". Está en todo momento a la defensiva. No pretende más que salvaguardar aquello que, mal que bien, considera su propia personalidad, su propia vida y su honor personal. Todo ello es atacado sin cesar por el Estado en que vive y con el que lidia nuestro particular, por medio de medios brutales, si bien algo torpes."
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.