Continúa la debacle energética en el país. Insisto, honestamente creo que sólo un taradito que se pasó los últimos 5 años viviendo dentro de un Lumilagro matero se puede sorprender. Aplicamos las mismas políticas y obtenemos sistemáticamente los mismos resultados.
Me temo que Bastos tiene razón cuando dice hoy en La Nación que todavía no hemos visto nada, lo peor aún está por venir:
En el sector de energía, el Gobierno, al igual que el personaje de Gabriel García Márquez en su novela Crónica de una muerte anunciada, parece ser el único que no sabe que la muerte se avecina.
Han bastado unos pocos días de frío intenso para que el sistema colapsara, y eso no se ha debido a ninguna situación anormal; simplemente la demanda ha superado las posibilidades de los equipos instalados, tanto en el sector de gas como en el eléctrico.
Hace ya varios años que desde distintos ámbitos se venía advirtiendo al Gobierno que esto sucedería, pero hizo oídos sordos hasta que, finalmente, la realidad se ha impuesto sobre el voluntarismo.
Sin embargo, lo peor está por venir, porque el Gobierno se encuentra atrapado en un dilema que él mismo ha creado y del que no le resultará fácil salir. Acompañando la pesificación de 2002, se tomó la decisión de congelar las tarifas que pagan los usuarios finales. Esta decisión, que se mantiene hasta el día de hoy, para los consumos domésticos y pequeñas demandas, ha tenido varios efectos. Entre los principales tenemos, primero, un aumento de la demanda en demasía, al mismo tiempo que la energía se encarece en todo el mundo, a causa de la suba del petróleo, y se imponen políticas conservacionistas. Segundo, que para lograr ese congelamiento el Gobierno dejó de reconocer los costos de las inversiones ya realizadas, obstaculizando por esa razón la instalación de nuevos equipamientos.
Hoy De Vido dijo: "El sistema energético respondió sólidamente"
ReplyDeleteNos toman por pelotu2 (y nos gusta).
Es tal el grado de improvisación de esta gente que estoy seguro de que no tienen la más peregrina (iba a decir puta, pero queda medio desubicado) idea de lo que pasa. Todavía se deben estar preguntando qué es lo que pasa, ¡cómo puede ser que se nos venga encima la estantería si repartimos plata a diestra y siniestra!
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