Comparto lo que dice Mario Vargas Llosa en su columna de hoy en La Nación, ya lo dije varias veces por acá. Me parece que, además de ser una absoluta mentira, sostener que el Holocausto no existió o en su trivialización es de una bajeza detestable, pero creo que todo el mundo tiene derecho a decir lo que mejor se le venga en ganas. Aún si no nos cae bien.
Al igual que en el caso de Bonafini incitando a la violencia terrorista en Argentina, están en su derecho de hacerlo. En todo caso, si alguien se siente ofendido o afectado, la reacción debería pasar por la justicia, después de producido el hecho.
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