May 12, 2007

Las sensibilidades nacionales


Un Politicólogo Argento nos explica hoy en la sección “Los intelectuales y el país de hoy” de La Nación que “la corrupción no conmueve mientras haya estabilidad”.

No me canso de decirlo. La Argentina es un país maravilloso, de ensueño. Durante más de diez años me tuve que bancar la cantinela permanente de cuanto zanguango bienpensante andaba por ahí sobre la “corrupción galopante”, la “indecencia” y la “frivolidad” del gobierno de Menem. ¡Cómo era posible que esta gente actúe con semejante impunidad!

Resulta que ahora, cuando la situación es varios ordenes de magnitud peor que en esa época, me vengo a enterar de que en realidad “la corrupción no conmueve” en la Argentina.

En realidad nunca nos conmovió, como nunca nos conmovió la pobreza ni la indigencia. Jamás nos importaron tres pitos ni las coimas, ni los negociados ni los millones de personas que viven de la basura en todo el país. Siempre se trató de una excusa para atacar un modelo de país que no nos era potable ideológicamente.
Como siempre es el caso con el populismo, lo único que sostiene todo esto es la caja. La cosa dura mientras haya para repartir. Pero no tengan la menor duda de que el componente ideológico es fundamental. Somos una sociedad en la que lo gestual y lo simbólico, lo emocional, lo testicular, tienen preponderancia por sobre lo racional y lo real.

La miseria y la corrupción nos tienen sin cuidado porque preferimos toda la vida fracasar haciendo lo políticamente correcto, lo que nos hace sentir bien, que el éxito de la normalidad, de hacer bien las cosas.

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