May 18, 2007


A propósito de las manifestaciones anti fundamentalismo islámico en Turquía, Marcos Aguinis escribe sobre las contradicciones de ese país. Todo un tema, ¿es el Islam incompatible con la modernidad?

Crece la fiebre en Turquía por el temor de que se produzca un deslizamiento hacia el autoritarismo teocrático. Esto daría la espalda a la modernidad que, con gran esfuerzo, se viene impulsando en ese país desde hace un siglo.

Turquía es una de las naciones más ricas en historia y pluralidad de culturas del Medio Oriente. Su ubicación decisiva entre Oriente y Occidente llenó grandes ánforas con joyas de sucesivas civilizaciones, arte, religiones, arquitectura, pensamiento, poesía, leyendas. El otomano fue uno de los imperios que más duraron en el mundo, desde 1299 hasta 1922. En la Edad Media su territorio fue conquistado por pueblos que venía del Asia, compuestos por guerreros indomables. Pero, una vez consolidado el sultanato, se convirtió en una potencia de refinados modales y ejemplar tolerancia. Cuando España expulsó a los judíos y a los moros, Turquía los recibió con los brazos abiertos.

Sus autoridades se mofaban del fanatismo occidental, al agradecer burlonamente que los españoles les mandaran a sus mejores colectividades.

El islam, en el imperio otomano, fue respetuoso de otras denominaciones religiosas, y tanto cristianos como judíos pudieron prosperar, dialogar e integrarse con la mayoría musulmana, sin los agobios del prejuicio ni la discriminación. Esto demuestra que el islam puede generar un clima de pluralismo apacible y fructífero cuando no es secuestrado por sectas llenas de odio.

No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.