Andrés Oppenheimer se pregunta por qué muchas de las democracias de la región no sólo se abstuvieron de criticar la decisión de Hugo Chávez de no renovar la licencia de RCTV sino que la aplaudieron abiertamente. El periodista lo atribuye a la cobardía o al hecho de que muchos países de la región, incluida la Argentina, dependen en mayor o menor medida de las dádivas de Chávez en forma de petrodólares.
Yo lamento ser más cínico, pero me temo que si bien es cierto que tiene que ver con la cobardía o con el interés, el verdadero problema es que lo nuestro no son los valores de la tolerancia, el pluralismo ni las libertades individuales.
Creo que en algún momento debemos reconocer que culturalmente estamos mucho más cerca de la Venezuela de Chávez, la Bolivia de Morales o el Irán de Ahmadinejad que de Canadá, Australia o Chile:
El silencio de la mayoría de los países latinoamericanos sobre el cierre del canal de televisión más antiguo de Venezuela durante la reunión anual de cancilleres de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en Panamá, marcó un grave retroceso para la libertad de prensa -y la democracia- en la región.
En una de las muestras más descaradas de desprecio por la libertad de prensa de los últimos tiempos, tres países -Nicaragua, Bolivia y Ecuador- no sólo se abstuvieron de criticar la decisión del presidente narcisista-leninista de Venezuela, Hugo Chávez, de no renovar la licencia de RCTV, sino que la aplaudieron abiertamente.
Los países caribeños, cuyas pequeñas economías dependen cada vez más de los subsidios petroleros de Chávez, permanecieron callados. Pero lo que es más difícil de entender es que los países más grandes de América latina, México, Brasil y la Argentina, tampoco mencionaron el caso de RCTV.
Estos tres países han tenido gobiernos autoritarios o dictaduras en su pasado reciente y México y la Argentina suelen hacer un gran alarde sobre su supuesto compromiso con los derechos humanos.
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