Relacionado con lo que venimos hablando por acá. Pilar Rahola, impecable como siempre. No se la pierdan. Va especialmente para tanto pajarito hondeado que se cree de vanguardia porque repite mecánicamente cuanta barrabasada anti Israel circula por las telarañas mentales que pasan por la ideología de la progresía bienpensante:
Esa antipática pregunta del millón. ¿Qué pasaría si la ofensiva del ejército libanés contra las milicias terroristas afincadas en su territorio fuera perpetrada por el ejército israelí? Correrían ríos de rabia, las calles se llenarían de manifestantes chillones y en los rincones del odio se quemarían banderas con la estrella de David. En mi país, España, las Marujas Torres que abundan en las redacciones del prejuicio y el tópico vomitarían la bilis que les genera Israel y el mundo se prepararía para la enésima condena.
Por supuesto, los países más libres del planeta, entre ellos las dictaduras árabes, pedirían la repulsa contra Israel y, en las universidades, nuestros jóvenes se pondrían las kefías de la solidaridad virtual. En algún rincón de la gran Persia, un siniestro totalitario amenazaría nuevamente con la destrucción del "ente sionista", y el ruido del nuevo antisemitismo que corroe al mundo haría aún más sonoro el pesado silencio de los intelectuales con criterio. Y así repetiríamos episodios reincidentes que, desde hace décadas, demonizan hasta el delirio al pequeño país hebreo. Culpable si se defiende. Culpable si mata a sus enemigos. Culpable si lo matan. Culpable por intentar existir y culpable por no haber sido vencido en las guerras que ha tenido que sufrir. El principal delito de Israel es, para muchos, haber resistido. Lo dijo el premio Nobel Imre Kertész: "Dios mío, qué bien que pueda ver la estrella judía sobre los tanques israelíes y no cosida sobre mi ropa como en 1944". Y no hacía un alarde de militarismo, contrario a su ideario: constataba que el judío, después de siglos, era capaz de defenderse.
Excelente.
ReplyDeleteY muy cierto.
La verdad que Rahola no sólo no tiene pelos en la lengua, sino que se la afeita y se la afila para demostrar continuamente su tremenda puntería. Muy bien dicho.
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