Mariano Grondona sostiene en su nota de hoy en La Nación que las elecciones de hoy en Buenos Aires resultan centrales para detener el proyecto hegemónico de Kirchner y su banda. ¿Es realmente tan así?
Insisto, ¿qué cambia en el país si no gana el candidato oficialista?
De alguna manera, según esta mirada, el país empezará a votar en la ciudad de Buenos Aires por un Kirchner cuya meta absorbente es conquistar el poder total sobre los argentinos o por una república cuya esencia es, precisamente, que nadie alcance en ella un poder sin limitaciones. Por eso, de acuerdo con esta mirada, importa sobremanera derrotar a Kirchner hoy, de modo tal que, de aquí a tres semanas, la opción que quede sea Macri o Telerman, en cualquiera de los dos casos no kirchnerista.
La ciudad de Buenos Aires, para esta tesis, adquiere entonces hoy una importancia mayor aún que la que tuvo Misiones el pasado mes de octubre, porque abre la posibilidad de detener a Kirchner antes de que desarrolle triunfalmente su designio autoritario. Votar por Telerman sería equivalente, según esta mirada, a lo que fue votar por monseñor Piña en Misiones: detener, antes de que sea tarde, a los enemigos de la República.
Algunos podrían pensar, pese a ello, que la verdadera batalla por Buenos Aires se dará de aquí a tres semanas entre Macri, seguro "finalista" para entonces, y Telerman o Filmus. Pero en la visión de Telerman, Carrió y sus aliados, ese "final", si incluye entre sus dos opciones al candidato de Kirchner y no a Telerman, permitiría que, una vez vencido eventualmente Telerman, Kirchner desplegara contra Macri una campaña tan maligna como la que desató contra el actual jefe de gobierno, jugando a fondo a su juego habitual: el de descalificar a sus adversarios.
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