Jun 3, 2007

Vuelta al pasado

Roberto Cachanosky explica los fundamentos del “modelo”. Si creen que exagera o está equivocado, no tienen que más leer la nueva columna de Aldo, un viejo conocidos de todos nosotros, hoy en La Nación. Este típico Empresario Industrial argento, que trabaja Por El País, explicita el "modelo" con mayor eficiencia que el más pintado de los opositores.

Insisto, están tan cebados que ya ni disimulan:

El impuesto inflacionario:

Sobre el tema inflacionario he insistido hasta el cansancio en que tiene que ver con la fuerte emisión monetaria que hace el BCRA para sostener el tipo de cambio en $ 3,10 por dólar. Y esa paridad cambiaria es necesaria para poder aplicar los derechos de exportación, que son los que le generan la caja al Gobierno. En definitiva, el agudo proceso inflacionario que estamos viviendo tiene que ver con un modelo económico que privilegia las necesidades políticas del Gobierno por sobre el crecimiento de largo plazo.

El costo que paga la sociedad por sostener el eufemismo de tipo de cambio competitivo es la caída del salario real por efecto de la inflación, caída que generó, entre otras cosas, el fuerte conflicto social de Santa Cruz. Los manejos del secretario Moreno en el sistema de precios y la intervención del Indec son claras muestras del agotamiento de la política monetaria para sostener la paridad cambiaria.

Comerse el capital:

Esta política es la misma que se aplicó durante décadas cuando las empresas de servicios públicos estaban en manos del Estado, es decir, cuando nadie estaba a cargo. En esos años, cuando los balances de las empresas estatales brillaban por su ausencia, el gobierno mantenía, por razones políticas, artificialmente bajas por un tiempo las tarifas de los servicios públicos. Los quebrantos de las empresas públicas eran cubiertos con financiamiento del tesoro, que les giraba dinero a dichas empresas para pagar los sueldos y mantenerlas funcionando en forma precaria. Basta recordar lo que costaba conseguir un teléfono en esos años para advertir la ausencia de inversiones. El sistema funcionaba, entonces, con tarifas artificialmente bajas y consumiendo el stock de capital existente. Por eso las rutas se hallaban destruidas, el parque energético estaba agotado, el puerto de Buenos Aires había sido declarado puerto sucio por su ineficiencia y lograr la reparación de una línea telefónica llevaba meses o años. No había ni siquiera mantenimiento del stock de capital ya invertido. Por esa razón, cada tanto, explotaba el sistema de precios y vivíamos tarifazos, devaluaciones compensadas, ajustes de salarios, controles de precios, etc.

La filosofía imperante en los últimos cuatro años se ha basado en el mismo esquema de los 70 o los 80. Fijar tarifas artificialmente bajas y dejar que se consuma el stock de capital. Paralelamente, en algunos casos se otorgaron subsidios para que algunas empresas pudieran seguir operando (caso ferrocarriles y colectivos), cubriendo sus costos operativos, pero de inversiones ni se habla.

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