Interesante columna sobre la increíble e indisimulada soberbia de tanto autodenominado progre que se horroriza por la victoria de Macri en las elecciones de Buenos Aires. Yo creo que más que de progresismo se trata de un conservadurismo como muy pocas veces se vio antes en el país:
¿Por qué, entonces, nosotros debemos soportar semejantes desatinos en aquellos que se denominan de centroizquierda? La intolerancia, la soberbia y la superficialidad no son defectos ideológicos. Una de las hipótesis sugeridas afirma que tiene más que ver con una pose o conveniencias personales que con el férreo dictado del ideario progresista. Desde los actores e intelectuales, pasando por los organismos de Derechos Humanos, hasta periodistas progresistas como Horacio Verbitzky, todos tienen el mismo discurso y, sorpresivamente, en los últimos cuatro años han decidido hacer la vista gorda frente a las graves deficiencias que muestra la administración del presidente Néstor Kirchner.
En esos círculos nadie se queja por la corrupción generalizada en los servicios públicos, las buenas relaciones con empresarios ligados a los años 90 (Franco Macri, Eduardo Eurnekian, Daniel Hadad o los Bulgueroni) o el retroceso en la calidad de vida de la mayoría de la sociedad por el desborde inflacionario y la amenaza latente de la crisis energética. Un silencio cómplice se percibe entre esos avezados periodistas, intelectuales y dirigentes de Derechos Humanos. Sobre todo porque la mayoría de ellos se ha destacado en una actitud decidida y contumaz a la hora de denunciar desbordes institucionales y falta de transparencia frente a las anteriores administraciones.
Si Carlos Menem, Fernando De la Rúa o Eduardo Duhalde hubieran cometido tropelías como las que se conocen de la gestión K, seguramente la actitud de Verbitzky, Estela de Carloto o Hebe de Bonafini sería diametralmente distinta. ¿Por qué callan o miran para otro lado? Evidentemente, la respuesta pasa por los supuestos beneficios que reciben de este Gobierno. No hace falta aclarar que los organismos de Derechos Humanos han recibido muchas ventajas de las actuales autoridades y, sin duda, las retribuyen con silencio. Hasta manejan la licencia de una radio AM con bastante potencia que les fue entregada por K.
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