Aug 29, 2007
Cuando nos mudamos a nuestra casa, hace unos meses, dimos con la novedad de que el sistema de riego del patio trasero no funcionaba. Decidí arreglarlo solo. O morir en el intento. No es secreto para los que me conocen que todavía no se acomodar los polos de las pilas de la radio; soy, lo que se dice, un inútil total para estas cosas. Sin embargo, lo que cobra un “experto” para hacer estas cosas acá lo incentiva a uno a arremangarse y sacarle el polvo a la caja de herramientas.
Me puse a leer un poco sobre el tema, decidido a convertirme en un "landscaper." Piré a Lowe's, un negocio enorme que vende absolutamente todo lo que uno pueda imaginar para la casa. Como decía Cogito el otro día, con la tecnología de hoy en día, más el enfoque “do-it-yourself” que tiene esta economía, hasta un tarado como yo puede cumplir el sueño de ser el arregla-todo de la casa. La cosa fue más sencilla de lo que imaginé. Llegué al lugar, seguí el cartel y di con la sección de “sprinklers.” Ahí encontré productos que van desde $25 hasta $500, desde aquellos que funcionan a batería, hasta los que usan energía solar. Elegí el que más me gustó, le hice un par de preguntas a un empleado que me indicó perfectamente, paso a paso, como hacer todo. Me dirigí luego a la caja automática, donde pasás el código de barra del producto, ponés la tarjeta de crédito y salís sin tener contacto con otro ser humano. Llegué a casa y antes que caiga la tarde estoy tomando una cerveza viendo el sistema funcionando perfectamente (e instalado por un gil de plástico).
Claro. Todo máquinas. Nada de "calor humano" se me objetará de una posición "humanista." Ahí me acuerdo de esa vez que le compré una pelota a mi primito la última vez estuve en Tucumán.
Entro a una casa de deportes en el centro de la ciudad, Muñecas y 24 de Setiembre. Son las 4 y media de la tarde, o sea que el negocio acaba de abrir luego de la sagrada siesta. Hay tres empleados, más un cuarto vestido de seguridad en la puerta. Entro al lugar en calidad de único cliente. No había un alma, no sólo en el negocio, sino en cuatro cuadras a la redonda. En la pared veo la pelota que voy a comprar. Saludo al empleado que tenía más cerca y le pido que me la ponga la bola en una bolsa y me cobre. Me responde:
-"No la querés probar?"
Acto seguido, la saca de la pared y empieza a hacer pataditas.
-“Está buena”- me dice. Le digo que así parece. Que la meta en la bolsa que estoy medio apurado.
-“Nooooooo… Esta es para la muestra. Esperá, te la traigo del depósito.” -me responde.
-“Miguel” –le pega un grito al otro empleado que estaba del otro lado del local -“traeme la 'nai' dorada de abajo.”
Se va Miguel al depósito y me quedo con este otro empleado que me conversaba mientras hacía “rodillitas”
-“Está buena esta pelota, se la lleva mucho... Con una bien parecida a ésta jugamos nosotros en el parque, al lado del monumento al prócer, con los muchachos"
Me cuenta de sus partidos de los sábados. Que había llegado a la quinta de Sportivo Guzmán, pero la mala leche... se lesionó los “meniscos”
A los 10 minutos aparece Miguel del fondo. Le doy la plata apurado. Me dice que no. Que tengo que pagarle al cajero.
Le extiendo el billete al cajero que me mira de reojo por encima del diario.
-“Tengo que entrar el código primero, macho” –me dice- “Juan, decime el código”
Juan desde la otra punta mientras acomoda la cortina del vestidor, le grita algo así como:
- "8574758394585748598"
El cajero entra el código.
-“No, no me da. Cómo era, 8574758394585738598?”
-“Nooo” -le grita Juan- “8574758394585748598”
- “No me da. No me da.”
Se acerca Juan y pone el código.
-“$87.90, jefe”
Saludo a los muchachos mientras salgo del boliche.
- “Ya sabés, nosotros nos juntamos los sábados al lado de la pirca de Belgrano en el parque 9 de Julio. Venite, siempre faltan jugadores”
Abandono el lugar. Con una hora menos, y tres amigos más.
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Muy bueno, Ramiro, pero ¿te das cuenta de que el materialismo te comió el alma? Con la siesta, la pobreza, la baja productividad, la gente es más feliz en Tucson que en EEUU.
ReplyDeleteNo te preocupes, Ramiro, porque de ahora en más, Alperovich va a regalar pelotas a todos los tucumanitos.
ReplyDeleteRegalar pelotas no sé, pero que los va a dejar en pelotas no me cabe duda.
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