Dumb America

John Smith es despachado a Irak el día que cumple 18 años. En Irak, su vehículo es atacado con granadas y bombas por la mañana. A la tarde tiene que usar su mejor juicio porque en décimas de segundo tiene que decidir si ese sospechoso que lo mira desde lejos es su verdugo, o un inocente que, de bajarlo a tiros, le cuesta 20 años de prisión. Llega la noche y se entera que perdió a uno de sus compañeros de pelotón mientras patrullaba un barrio peligroso en Bagdad. Luego de 18 meses de adrenalina en la frente llega a casa sano y salvo. Se va a un bar a tomarse una cerveza. La mesera le sonríe y le dice que todavía le quedan dos años para poder tomar una copa.

El caso de arriba es hipotético. La situación es totalmente real. Hay algunas cosas que funcionan muy mal en este país. El límite de edad para tomar alcohol es uno de ellos. Los resultados que se obtienen, como en todos los casos en los que se prohíben cosas que no deberían estar prohibidas, son exactamente lo opuesto a lo que se quiere lograr.

Y miren lo que tiene que hacer el dueño de un bar para obtener una licencia para expedir bebidas alcohólicas. Estos son lo rastros de una sociedad puritana ridícula que alguna pensó que podía eliminar el consumo del alcohol.