Más sobre la tesis cultural del desarrollo, esta vez de Carlos Alberto Montaner:
La idea va a levantar ronchas. La ha lanzado el profesor Gregory Clark de la Universidad de California (Davis), notable historiador de la economía, en un libro titulado A Farewell to Alms, algo así como Adiós a la limosna. La tesis es audaz: los valores que hacen posibles el desarrollo y la prosperidad no sólo se transmiten culturalmente. Es posible que haya un componente genético. Eso le parece deducir del estudio de los testamentos ingleses entre los siglos XII y XVIII. Las familias que eran más prósperas en el medievo --las que trabajaban más, ahorraban, invertían y formaban patrimonio-- tuvieron más hijos que las familias más pobres, pudieron cuidarlos mejor y sobrevivieron en mayor cantidad, de manera que los ingleses del siglo XVIII provenían de esos antepasados frugales y laboriosos, y traían en su código genético cierto modo exitoso de comportarse que en su momento hizo posible el lanzamiento de la revolución industrial en Inglaterra.
La noticia coincide con otra información muy interesante y en alguna medida contradictoria: The Fletcher School de Tufts University, una de las mejores universidades norteamericanas, acaba de inaugurar el Cultural Change Institute, un think-tank dedicado a fomentar los valores de la prosperidad y el desarrollo en sociedades total o parcialmente atrasadas. El organismo, lanzado por el infatigable ensayista y pensador norteamericano Larry Harrison, al que luego se unió Sam Huntington, comenzó a plantear el tema con un gran debate en Harvard, continuó dos años después en Tufts, y culminó con un par de libros recientes que recogían las ponencias e intervenciones de los participantes: Culture Matters (La cultura es importante) y The Central Liberal Truth (La verdad central del pensamiento liberal). Ahí, en las actas de esos dos eventos, está la semilla del instituto recién creado.
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