La vez pasada lo explicaba por acá, ver por ejemplo comentario en este post.
Países como China o India son muy pobres y aprovechan su pobreza relativa para producir a bajo costo ciertos bienes mano de obra intensivos. Esto es viable mientras sigan siendo pobres. A medida que sus economías crecen y aumentan los ingresos de su población, esa ventaja va desapareciendo. Ya le pasó a Inglaterra a fines del siglo XIX.
Es sencillamente una locura absoluta creer que se puede convertir en (y mantener) pobre a un país tradicionalmente de ingresos medios como Argentina para poder competir en producción mano de obra intensiva con China.
Ahora lo explica Carlos Rodríguez Braun sobre España en la Tontería económica de la semana, al que seguramente la harán más caso:
Antonio Salvador, enviado especial de El Mundo a Tánger, habla de la "dictadura del capitalismo", que se lleva las fábricas de un sitio a otro. Se ha marchado Delphi de Puerto Real a Marruecos, donde los salarios son seis veces más bajos. Pero no se quedará allí, la deslocalización continuará, y el periodista se regodea en la predicción enigmática sobre cuál será la siguiente etapa: "¿Los países subsaharianos? Cuestión de tiempo".
Lo interesante del caso es que don Antonio tenía en su misma y excelente crónica todos los elementos para destacar justo lo contrario a propósito del capitalismo, a saber, que se trata de una bendición. Porque lo que sugiere, con razón, es que las empresas buscan salarios bajos pero su propio desarrollo los aumenta, y los aumenta tanto que al final es menester buscar otro sitio, donde el efecto será el mismo: ahora subirán los salarios en Marruecos y al final Delphi se irá a otro lugar más pobre, y continuará enriqueciéndolo.
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