En los EEUU hay un debate recurrente sobre si el estado, en cualquiera de sus niveles, debe seguir pagando por el sistema de televisión pública, o PBS. En el paquete de cable que tenemos en casa recibimos el de Vermont y de tanto en tanto me doy una vuelta.
Ayer veía la conferencia de un gurú “new age” de los más conocidos. Este señor, de alrededor de 60 años, aparece en el escenario vestido de negro y sin zapatos. El principal mensaje de su charla es que si cambiamos nuestra forma de pensar cambiamos nuestra vida. Como yapa, se despacha sobre “el poder del tao", whatever that is.
Este señor pasa a relatar que, en su proceso de cambio, hace un par de años de deshizo de sus posesiones materiales, de sus más de 15 mil libros, de sus propiedades, de los premios que recibió en su vida, de sus obras de arte y hasta de sus zapatos, y se mudó a una isla en el medio del Pacífico. Recuerden, lo importante es lo espiritual, lo material es un lastre para la condición humana.
Pero aparentemente este sistema de valores tan particular es de aplicación selectiva porque, sin ningún empacho, la presentación es interrumpida regularmente por mensajes publicitarios para vender sus libros, CDs y DVDs.
Lo importante es lo espiritual pero de algo hay que vivir.
Si fuera un contribuyente de Vermont me preguntaría seriamente si este es el tipo de mensaje que debe transmitir la televisión pública en ese estado o en cualquier otro. Si verdaderamente creemos que lo material es lo de menos, ¿cómo se justifica el permanente ruego, mangazo descarado, del canal para que la gente los siga manteniendo con pagos mensuales de 35 dólares?
Lo que se dice unos atorrantes.
Cómo... no sabías que la Constitución manda al estado a crear y mantener NPR y PBS?
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