Jorge Ávila no nos va a decir por quién va a votar:
Cristina Kirchner, Elisa Carrió y Roberto Lavagna no son opciones para mí. Los tres tienen algo en común: son socialistas. Kirchner, además, surgió de un dedazo, es proteccionista y no es republicana. Carrió es republicana pero tiene gen radical, su conversión al liberalismo ha sido demasiado rápida para ser creíble y, aunque suene injusto, creo que votarla equivale a comprar un boleto a una asamblea legislativa dentro de seis meses para designar a otro presidente que termine su mandato. Por último, Lavagna es una versión refinada de los Kirchner. Habla francés e inglés, tiene buenos modales, pero es un consumado proteccionista y su presidencia funcionaría como un caballo de Troya para el desembarco del alfonsinismo y el duhaldismo en el poder.
Jorge Sobisch es un capítulo aparte. Es un hombre de derecha. Dispuesto a defender la libertad de circulación que tanto hemos reclamado en los últimos años. Es un partidario de la libre empresa. Llevaría adelante una política exterior realista y de apertura. Pero carga sobre sus espaldas la desgracia de la muerte del maestro Fuentealba y carece de una estructura política nacional. Fue el primero en lanzarse al ruedo de las candidaturas presidenciales y no ha logrado elevarse en la consideración pública nacional.
Conozco a Ricardo López Murphy hace 31 años. Es una bella persona. Quizá el único candidato que puede resistir una inspección de la AFIP. Ganó plata, la declaró y pagó el debido impuesto. Hay candidatos que jamás ganaron un peso y otros que, habiéndolo ganado, jamás lo declararon. Es un hombre de centro. Es un exitoso economista. Quizá aquí resida su fracaso político. No conozco ningún hombre público que sea a un mismo tiempo un brillante político y un exitoso economista. La política y la economía son dos profesiones muy distintas, que demandan obviamente aptitudes muy distintas. Dios no es magnánimo. Además, conviven en López Murphy dos pulsiones en contradicción. Heredó por vía paterna el gen radical y, sin embargo, lee apasionadamente El camino de servidumbre de von Hayek. Un intelectual puede sobrellevar esta tensión; un político con aspiraciones presidenciales, no. Y como si todo esto fuera poco, su partido, el Pro, no apoya su aventura presidencial.
Alberto Rodríguez Saá viene de una familia conservadora-liberal, como la mayoría de los caudillos provinciales. Se volcó en su juventud al peronismo o por cálculo político o por una genuina devoción por Perón y Eva; realmente, desconozco cuál fue el motivo. Lo cierto es que su hermano y él gobiernan San Luis hace 24 años con superávit fiscal y estabilidad política; que integran la estructura nacional del peronismo, que los apoyaría en caso de llegar a la presidencia, y que en esta campaña Alberto se ha pronunciado sin tapujos ante liberales y ante peronistas a favor del peso fuerte y de una economía lo más abierta posible. Ha repetido que "hay que sacarle la mano a la economía para ponérsela a Moreno" (el comisario de los precios). ¿Es Alberto un republicano? No lo sé. Deja la impresión, no obstante, de ser un político inteligente que se dio cuenta de que el país demanda en esta hora transparencia en los actos de gobierno y respeto del principio de división de poderes.
me quedo con Bush
ReplyDeleteParece que al único que no tiró bajo el camión es a Rodríguez Saa. Lo que no entiendo es cómo dice que estuvo en el poder 24 años, sin decir una palabra sobre la democracia y la alternancia política. ¿Ávila ignora que San Luis es un feudo...? Mmmmmhhhhm
ReplyDeleteAmigos:
ReplyDeleteCoincido en casi todo con el Dr Avila: pero como el dice (bien)es un economista y por lo tanto de politica no entiende casi nada.
Habla como menemista converso.De todas maneras es algo.Sirve.
saludos
ramon cassino