El deporte más popular

De Pablo por mail. Insisto, todo vuelve en la Argentina. Menos lo bueno:

Visto en carta de lectores en La Nueva Provincia de Bahía Blanca:

¿Quién dijo que el más popular de los deportes en la Argentina es el fútbol? No, señores, el más popular de los deportes en la Argentina es el de las colas. Y qué entretenido es. Afortunadamente, podemos practicarlo a diario, con cualquier atuendo, a cualquier hora del día, en cualquier campo de juego. Eso no falta.

Y siempre hay jugadores. No como en el fútbol, que necesita una cancha especial, un determinado número de integrantes, una pelota. En las colas, no. En cualquier momento se arma una. Para cobrar la jubilación, para sacar la orden de la obra social, para gestionar el teléfono, para comprar la carne, para cambiar las tapitas de gaseosas por espej..., digo por botellitas, o para pagar los impuestos que no te llegan en tiempo y forma (pero la culpa es tuya).

Por suerte, en la Argentina no sólo la administración pública contribuye a este juego; también las empresas privadas. Si fueran, como dicen, las empresas privadas una garantía de buen servicio y eficiencia, nos privarían de ese placer sin igual de practicar play-cola. Entonces, bancos, carnicerías, mutuales, tiendas, cajas de jubilados, se transforman espontánea y generosamente en ámbito de recreación y esparcimiento. Adquirimos nuevos amigos, nos enteramos de cosas, elogiamos al gobierno y a la institución que nos facilita las instalaciones.

Algunos llevan mate, otros aprovechan para leerse dos o tres libros, se ponen al día con las noticias del país y el mundo en los últimos 30 años, se arman grupos vocacionales de teatro y en cualquier momento llevarán guitarras y bombos para armar algún festival. En fin, que de esta manera se posibilita la difusión de la cultura popular y se incentivan las relaciones personales.

Afortunadamente, los argentinos tenemos tiempo para practicar durante tres o cuatro horas, los días de semana, el play-cola, sin tener que perder tiempo en trabajar, estudiar, en tareas domésticas y otras insignificancias.

Carlos V. Koren
Bahía Blanca