En muchas escuelas de todo el mundo, incluidas algunas de Québec, se está pasando el pseudo documental de Al Gore a los alumnos como si se tratara de hechos científicamente comprobados.
Personalmente me da muy por las pelotas que un grupo de funcionarios de cuarta, que no serían capaces de administrar un kiosco (dépanneur, para ser más chic) en la vida real, intenten lavarle el cerebro a mis hijos.
Por eso me parece fantástico que, a raíz de la demanda judicial de un padre en el Reino Unido, las escuelas de ese país deben emitir una advertencia antes de pasar este bodrio a los alumnos, aclarando que contiene un sesgo muy marcado e inexactitudes científicas.
Se los digo en serio, me hierve la sangre de la bronca.
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