Oct 25, 2007

Un país de susurros

De Dolores por mail. 1984 en la vida real:

-¿Cuál diría que es la gran lección que se puede extraer de su trabajo?

-Al terminar el proyecto me di cuenta de que la herencia de Stalin afectó a tres generaciones. Por eso la gran lección es que la represión que se ejerce contra una persona no sólo la afecta a ella y a su familia inmediata sino a muchas personas y a sus descendientes. En la última parte del trabajo nos enfocamos en los hijos y nietos de personas que habían sufrido la represión estalinista y encontramos un patrón común. En general sus padres y abuelos, para protegerlos, no les habían contado lo que habían vivido, pero los chicos instintivamente lo percibían y se autocensuraban, se ponían un límite interno a lo que se atrevían a hacer y decir. Por eso muchos hijos y nietos de las víctimas, aunque sus simpatías estuvieran del lado de los disidentes en los 60, no hacían nada al respecto. Esto para mí explica por qué el sistema soviético duró lo que duró. Ideológicamente, en las décadas del 60 y 70 el sistema estaba muerto, pero si bien nadie creía en él tampoco había una verdadera oposición. ¿Por qué no la había? Por lo que algunos de nuestros entrevistados llamaron un temor genético, que recibieron en la sangre de sus antepasados.

-¿La Rusia estalinista fue un ejemplo único o comparable con otros sistemas represivos?

-Muchas veces se hacen comparaciones morales con el régimen nazi pero eso creo que es un error. La Alemania nazi duró 12 años; el sistema estalinista soviético, 75, y de muchas maneras sigue vivo hoy. Cuando una dictadura permanece durante tanto tiempo prácticamente cambia la condición humana. Creo que la única comparación acertada es, obviamente, con China, pero quizá sirva para entender también a las culturas que han tenido regímenes autoritarios por un período muy prolongado y se puedan extraer lecciones sobre cómo condiciona a la gente ese tipo de atmósfera política. Al respecto, lo otro que me sorprendió fue cómo, en el medio de las historias terriblemente tristes, salían historias de gente de extraordinario valor. El terror sacó lo peor, pero en algunos casos, sacó lo mejor de la población, y esas historias sirven para recordarnos de lo que son capaces los seres humanos en condiciones imposibles, de los extremos a los que están dispuestos a ir para salvar a otros. Fue muy conmovedor.

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